Mis contactos con este bello distrito los tuve mucho tiempo después, aunque ciertamente ya conocía su significado a través de las canciones de Chabuca, de los relatos de Ribeyro, de las historias carnavalescas de mis padres, usuarios de una tradición barranquina que, a pesar de los cambios que ha experimentado nuestra ciudad (muchos de ellos negativos), se ha sabido mantener con los años, gracias a intelectuales, bohemios y difusores de nuestra historia urbana, como lo único que queda en pie de una Lima que muchos añoran pero que ya no existe.
Este último bastión, de belleza monumental y tradición histórica, pueblo pequeño mas no chico como lo definiera excelentemente bien uno de sus mejor recordados burgomaestres, el Dr. Renato Lértora, está sufriendo el ataque frontal de Luis Castañeda Lossio, alcalde de Lima Metropolitana, y su obstinada decisión de pasar por encima de todo lo que se le ponga enfrente, con tal de concretar su más ambicioso, sobrevalorado y mal diseñado proyecto: el Corredor Vial más conocido como el Metropolitano.
El jueves 11 de febrero se realizó una marcha pacífica que reunió a cientos de vecinos barranquinos que se encuentran en pie de lucha para evitar que la prepotencia y la insanía de este oscuro personaje que pretende ahora ser presidente de la república termine por destrozar el paisaje urbano de filigrana que siempre caracterizó Barranco y desde aquí, desde este blog no barranquino, pequeño mas no chico, quiero llamar la atención de todos los limeños a que se unan en pro de la defensa de este distrito símbolo de nuestra identidad cultural.
En este link pueden ver las impresiones, opiniones y argumentos de los vecinos barranquinos, que participaron en esta importante movilización ciudadana:
Esa noche, en el Parque Municipal de Barranco y en las principales avenidas por las que avanzó la marcha, los manifestantes demostraron que no son un grupo de revoltosos desinformados, como los esbirros del poco comunicativo alcalde pretenden catalogar en cada una de sus extensas apariciones públicas, pero también se sintió la ausencia de muchas más personas que piensan y sienten lo mismo pero no lo expresan por esta especie de resignación que suele aflorar ante las decisiones arbitrarias de quienes ostentan el poder. Un poder, dicho sea de paso, concedido por esa población a la que ahora ningunean e ignoran, ávidos de llenar sus cuentas de dinero una vez que se consume este magnífico monumento a la impunidad y al abuso.
Por ejemplo, se sintió la ausencia de los artistas y los intelectuales, los músicos y los escritores que se inflaman ante las cámaras cada vez que se refieren al puentecito escondido entre follajes y añoranzas, a las míticas tertulias en las mesas del Juanito, los personajes de farándula que se la pasan gritando a los cuatro vientos que su apellido es el mismo de alguna clásica plazuela barranquina, los periodistas bohemios que retratan en sus crónicas las callejuelas, los balcones, los rincones y alamedas que recorrieron una y mil veces en pos de inspiración o de descanso tras una larga jornada y que elevan su imagen por haberse tomado una foto en el frontis de la casa en la vivió Mario Vargas Llosa o Chabuca Granda. ¿Dónde están ahora que el distrito que utilizan como materia prima necesita de su apoyo? ¿Dónde están?
También se sintió la ausencia de todas esas enormes cantidades de veinteañeros y treintañeros que, tarjeta de crédito en mano y camioneta cuadrada alrededor del parque, atiborran los locales nocturnos y dan forma a ese monstruo inconexo que es la nueva bohemia de esa Lima que supuestamente avanza, entre cervezas, posadas de ángeles, trovas que no entienden y fotos en los iPhones y celulares de última generación. Todos provienen de otros distritos y esa noche, a pesar de la convocatoria, no estuvieron allí defendiendo el espíritu de ese distrito que les muestran con fingido y desinformado orgullo a sus amigos extranjeros cuando vienen de visita.
Pero aun están a tiempo. La campaña recién ha comenzado y desde esta bitácora haremos todo lo posible por extenderla. La lucha en defensa de Barranco no les corresponde únicamente a quienes habitan sus linderos. Nos corresponde a todos los que somos y nos sentimos limeños de corazón, porque Castañeda y sus secuaces ya han demostrado que no les importa arrasar con cualquier cosa que se les presente como obstáculo: pueden ser árboles, calles, monumentos y hasta personas, nada parece ser capaz de detener su aplanadora. Nada salvo los argumentos reales y las alternativas serias propuestas por la ciudadanía. Esas que el alcalde y sus amigotes prefieren no escuchar.
Muchas gracias por la forma sencilla y cálida en que nos ha transmitido su sentimiento y apoyo. Vivo en Barranco hace 30 años. Mis hijas y mi nieto son barranquinas/o. Nos conocemos y reconocemos como vecinas/os en barrios, plazas y malecón. Hasta hace unos días podíamos saludarnos de una acera a otra ... pero han colocado un muro entre nosotras/os. En otros lados se derrumban para unir a la ciudadanía aquí se construyen para separarnos. Esto no es modernidad ni progreso sino un atentado contra nuestra forma de vida. Que tenga muy buen día y nuevamente gracias por difundir nuestra lucha. Toña
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