AÚN NOS QUEDAN HÉROES...

La lección de valentía y dignidad que el abogado guatemalteco Rodrigo Rosemberg ha dejado a la humanidad - y en particular a las mafiosas y corruptas republiquetas latinoamericanas - no debe convertirse en una noticia más, que quizás cause admiración y se convierta en titulares llamativos unas cuantas semanas para después ser desplazada por la aplastante maquinaria relativista y simplificadora de la realidad que domina la vida diaria. No nos dejemos arrastrar de las narices por Álvaro Colom y sus entrevistas en CNN, sus impostados mensajes a la Nación con sus ministros detrás y los primeros planos de las manifestaciones a su favor.

Rodrigo Rosemberg es un héroe moderno. Un héroe que no provino de otro mundo ni usa disfraz. Un ser humano de carne y hueso que decidió inmolarse para dar testimonio irrefutable de la naturaleza criminal de las autoridades y sus allegados. Este suceso retrata de pies a cabeza ese secreto a voces que recorre las calles de cada ciudad, de cada pueblo, de cada barrio en nuestra golpeada región tercermundista que escucha como si se tratara de realidades alternas, ajenas a las suyas, las noticias que hablan de bonanzas económicas, democracias, avances, desarrollos, etc., falacias estructuradas desde los oscuros sótanos en los que opera ese monstruo de dos cabezas llamado gobierno.

Los extremos a los que puede llegar esa dupla Poder Político-Poder Económico, para sacar de su camino a todos aquellos que deciden alzar la voz frente a la inmundicia de sus acciones son realmente macabros e ilimitados. Y la complicidad de la prensa oficialista, convencional, monocorde y genuflexa encuentra en Internet a la horma de su zapato. Sigamos difundiendo las imágenes para que el sacrificio personal de Rodrigo Rosemberg adquiera las dimensiones que merece. Aún nos quedan héroes en este mundo dominado por ladrones, asesinos y narcotraficantes...

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