sábado, 29 de noviembre de 2008

LA SHARIA


El mundo es ancho y ajeno dice el título de una de las obras más representativas de nuestra literatura. Y la frase, simple en su composición, representa una de esas realidades inconmensurables que ni siquiera en este siglo 21 de Internet y globalización, elementos principales de la actual era de la información, es posible de superar. Es fácil sentirse cosmopolita cuando se tiene la creencia de que todo empieza y termina en los linderos de la cosmovisión de Occidente. Pero cuando se atisba, con el rabillo del ojo, hacia el otro extremo, el mundo se hace más ancho y más ajeno que nunca.

Pensar en la aplicación de la pena de muerte por horca o apedreamiento para delitos como el adulterio o el tráfico de drogas o la mutilación de las manos para robo comprobado puede escandalizar mucho desde nuestro punto de vista, acostumbrado al laissez faire despatarrado de nuestros sistemas judiciales, en los cuales todo cabe. Una sociedad que no aplica la drasticidad ni siquiera para cumplir sus propias leyes y que generación tras generación se las arregla para crear mecanismos que permitan saltárselas o aplicarlas de manera selectiva ("para mis amigos todo, para mis enemigos la ley", famosa frase del ex-Presidente peruano Oscar R. Benavides, pronunciada alla por los años 30s) jamás comprenderá los fundamentos de la sharia.

Y ¿qué es la sharia? el sistema legal religioso del Islam, basado en los preceptos del Corán y uno de los tres sistemas legales más grandes e influyentes del mundo. En países como Malasia, Indonesia o Tailandia, que son mayoritariamente islámicos y cuentan además con poblaciones caracterizadas por la diversidad de cultos religiosos, las cortes civiles coexisten con las cortes religiosas, puesto que las disposiciones de la sharia no pueden ser aplicadas a los ciudadanos no musulmanes. En estos tiempos modernos, una situación de esta naturaleza es fuente de controversias y discusiones legales y religiosas de gran magnitud. Como todos sabemos, las sociedades islámicas basan prácticamente todos los aspectos de su desarrollo como ciudadanos en la observancia de sus principios religiosos, de manera que discriminar entre qué asuntos están o no dentro de la jurisdicción de la sharia es bastante difícil.

Uno de los aspectos aparentemente superficiales de la sharia es la prohibición del consumo de sustancias tóxicas o drogas de todo tipo, incluidas las bebidas alcoholicas. Conversando con un corresponsal malayo que estuvo en nuestro país cubriendo el desarrollo de la cumbre de APEC, pude comprobar lo lejos que estamos de llegar a comprender cómo funciona la mentalidad de una sociedad que ha mantenido sus ordenamiento legales y religiosos a ultranza durante siglos, a un tiempo de la abierta transculturización y absoluta incorporación de elementos occidentales en su vida cotidiana.

"El mundo ha cambiado mucho", reconoce Omar, y aún así acepta que la prohibición del consumo de alcohol y la pena capital aplicada a los vendedores de drogas (que también los hay por allá) son mucho más disuasivos que la supuesta apertura mental de nuestras sociedades. Por ejemplo en Malasia, Tupac Shakur (el famoso rapero norteamericano) habría muerto colgado en una plaza pública por violador y consumidor de drogas, en lugar de convertirse en un mártir de las facciones que peor interpretaron el black power y en una extraña personalidad admirada en la comunidad marginal del bling-bling. Aún condenado en prisión, Tupac vendía sus discos como pan caliente y su cuenta de ahorros crecía con cada delito que cometía.

Las sociedades islámicas modernas no son perfectas (sino basta con mirar los espantosos índices de prostitución infantil en los sectores más empobrecidos de Tailandia, que se sostienen gracias al consumo de millonarios europeos y norteamericanos, los terribles azotes terroristas de la India o la dura represión a la comunidad homosexual, considerada como un pecado) pero si uno revisa los índices de criminalidad, hablando de delitos comunes, son realmente envidiables. Ante la perspectiva de ser condenado a la capital punishment ¿creen ustedes que los carteristas de la Av. Abancay estarían tan seguros de seguir cometiendo sus robos?

"Oriente es Oriente, Occidente es Occidente y jamás se encontrarán" decía Alí, un simpático encantador de serpientes proveniente de Pakistán, personaje del clásico comic The Katzenjammer Kids (más conocido como The Captain And The Kids), descorazonado ante las incomprensibles actitudes de los pequeños y traviesos hermanos Hans y Fritz. Para algunas cosas, esto sigue siendo cierto a pesar de lo chico que parece haberse vuelto el mundo.

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