Julio Favre Zar Nicolás II Carolina Lizárraga
El Zar, en el antiguo Imperio Ruso (1546-1917) pre-Lenin, era el Rey. Un emperador de carácter férreo, poderes absolutos y tendencias autócratas. La etimología del término - utilizado para denominar a los monarcas eslavos - está íntimamente ligada a otras autoridades como el César romano y el Kaiser alemán y sirvió para designar a la máxima autoridad rusa hasta la convulsión provocada por la revolución bolchevique, que llevaría a su final a este sistema de gobierno dinástico y autoritario.
La modernidad, y su prima hermana la globalización, que presenta como una de sus principales características la manía de integrar prácticamente todo dentro de un lenguaje único que no discrimine entre ideologías, procedencias, etc (siempre y cuando cumpla con una función básicamente estandarizante, para facilitar el consumo y reducir la capacidad de pensamiento y reflexión) ha producido una serie de transformaciones de imágenes y términos en simples títulos decorativos, palabras rimbombantes y símbolos vacíos que dejan de significar lo que originalmente eran, perdiendo valor e importancia para las nuevas generaciones.
Ejemplos de estos cambios impuestos por la modernidad son el uso comercial exagerado de la imagen de Ernesto "Che" Guevara, que miles de personas piensen en una película o en un best-seller cada vez que escuchan la palabra "Da Vinci" o que ahora le llamen "bossa nova" a cualquier ritmo sinuoso susurrado por una voz femenina que, valgan verdades, parece que siempre estuviera cantando lo mismo.
En política está pasando lo mismo con la palabra "zar". Independientemente de lo que fueron los zares en su contexto histórico original, de un tiempo a esta parte países con gobiernos democráticos han adoptado una tendencia de nombrar "zares" a las autoridades encargadas de diseñar políticas anti-drogas y de combatir las actividades del narcotráfico. El primero en hacer eso fue los EE.UU. cuando en 1988 creó la Office of National Drug Control Policy (ONDCP), entidad que depende directamente de la Casa Blanca y que, a diferencia de la DEA, cuenta con una cantidad mínima de personal, que se dedica a la elaboración de las estrategias que luego serán puestas en práctica por el temido servicio federal estadounidense, una de las instituciones públicas con mayor presupuesto en el país de Mr. Bush. El jefe de la ONDCP fue denominado desde su fundación como "el Zar Anti-Drogas" para denotar el poder absoluto que esta autoridad tenía en el tema de su competencia, y ciertamente, para infundir a priori una especie de respeto basado en el temor que inspira la idea de un jefe supremo inflexible, un monarca autocrático, un zar.
En el Perú también tenemos un Zar Anti-Drogas. El más recordado político-empresario-independiente (con posteriores cuestionamientos y "rabos de paja") que ocupó dicho cargo fue Ricardo Vega Llona y actualmente no tengo la más mínima idea de quién cumple esa función "zarista" en el campo de la investigación contra el narcotráfico. Pero no conformes con ello, y para enriquecer estos cambios en las terminologías de la política con una sobredosis de peruanísima huachafería, la política y un gran sector de la prensa nacional han acuñado usos paralelos para la palabra "zar". Ya no solo tenemos un Zar Anti-Drogas. Ahora tenemos también un Zar de la Reconstrucción y - para evitar conflictos de género - una Zarina (palabra que servía para designar a la esposa del Zar) Anti-Corrupción...
Increíble ¿no? El Zar ya no es un Rey, es una autoridad escogida a dedo por el Presidente de turno. Y un país ya no es gobernado por un zar, sino que puede tener dos, tres o más zares cumpliendo funciones decorativas en el marco de un gobierno democrático que no sabe qué hacer en sus horas libres y que se pone a jugar a la creación de oficinas, comisiones, OPDs, programas, proyectos, etc, que por lo general terminan siendo cuestionados, interpelados y finalmente, desactivados. Pero hay más... el Zar no tiene poderes especiales ni absolutos, sino que termina siendo un estorbo - en el caso del FORSUR liderada por el señor Julio Favre - o una oficina plagada de limitaciones autoimpuestas - como en la inexplicable ONA - que poco a poco se irá diluyendo en la más peruanísima amnesia. Por si fuera poco, no conocemos el estado civil de la jueza Carolina Lizárraga pero ya es una "zarina" ¿¿será que su esposo pasa inmediatamente a ser el "zar consorte" o algo así??
Hasta la próxima...
mmmm...los zares....
ResponderEliminarqué mal copiamos lo malo; incluso los gringos retorcieron el asunto del zar antidrogas y terminamos de copiar ese modismo rimbombante...
a juzgar cómo goberno Alan el Perú del 85 al 90..él era en esa época el "zar antipluralismo" o el "zar procompañeros" o el "zar pro mística de sendero"....o el "zae antiempresa privada"...lo cierto es que la lucha contra la corrupción está en la agenda formal pero no en la agenda real del Estado..y lamentablemente no está en la agenda cotidiana de nuestra colectividad (ese es otro tema y calza con la tremenda tolerancia que tenemos hacia tantas cosas)...al final lo triste es que se pone en vigencia el dicho de dime con quien andas y te diré quién eres, pues por más buena intención que tenga la zarina su jefe no posee un perfil de voluntad real por defender lo honesto...