lunes, 2 de junio de 2014

BRASIL 2014: TODO IMPORTA MENOS EL FÚTBOL


Faltan apenas 10 días para que se inicie el vigésimo Campeonato Mundial de Fútbol Brasil 2014, el segundo que se juega en el país del bossa nova, la samba y el carnaval. El primero fue hace 64 años, en 1950. Sin embargo, a medida que pasan los días me va interesando cada vez menos ser parte de la comparsa masiva que, casi de manera autómata, "vibra de emoción" y deja de lado su trabajo, su estudio y hasta su vida personal para no perderse las incidencias -como dicen las muletillas de la prensa deportiva desde que tengo uso de razón- de este campeonato. ¿Por qué? Porque en este mundial, más que en ningún otro, el fútbol ha pasado a ser un elemento más y por momentos pareciera que es el de menor importancia, de esta enorme campaña publicitaria que resalta todo, menos el deporte en sí mismo.

Esto no es nuevo, desde luego. El último mundial que, en mi modesta opinión, tuvo algo de magia y no estuvo gangrenado de distorsiones comerciales fue el México '86, el del pique, los goles de Gary Lineker y la "mano de Dios". Si estiramos un poco la tolerancia, podríamos decir que Francia '98 fue, a la postre, el que puso fin a los mundiales de fútbol y ya, a partir del siglo 21, comenzaron estos catálogos de modas, las publicidades que disparan la venta de televisores y los crímenes y problemas sociales asociados al Mundial. 

Todos los mundiales que se han jugado en los dosmiles -Corea-Japón 2002, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010- han estado contaminados por escándalos en la construcción de estadios, hoteles y villas deportivas sobrevaloradas (corrupción gubernamental), denuncias de trabajo infantil para la confección de souvenires y merchandising de toda clase (como ocurrió en el anterior torneo sudafricano) y sórdidas noticias relacionadas al aumento de la prostitución en los alrededores de hoteles, por el llamado "turismo sexual" que es utilizado a discreción por los "fanáticos" que van a los estadios y, en algunos casos, hasta por las mismas delegaciones futbolísticas.

Atrás han quedado las expectativas sobre las cábalas de los equipos, los tiempos que cada selección dedicaba a las concentraciones, las excentricidades de cada equipo, digamos, exóticos (como los medio orientales o los africanos quienes, por razones obvias, no poseen las mismas costumbres que las escuadras europeas o latinoamericanas). Ahora la noticia es la sesión de fotos para perfumes de Cristiano Ronaldo, la última captura de papparazzi de la novia de Messi en la playa, los jugueteos porno-soft de mujerzuelas advenedizas que la prensa tetuda termina bautizando como "novias del mundial" y las horrorosas canciones de artistas ultra mediáticos, de ventas multimillonarias y nula calidad, como Shakira o Pitbull, que son el soundtrack de Brasil 2014. El fútbol -que aun aparece en las cadenas especializadas como Fox Sports, ESPN y todos sus satélites- ha quedado relegado, se ha convertido en un ingrediente de la fórmula comercialmente winner, la dinámica del negocio, "lo que le gusta a la gente".

Y en cuanto a los problemas sociales, políticos y económicos descritos previamente, Brasil 2014 es, sin lugar a dudas, el mundial en el que más evidentes, patéticas y agresivamente sórdidas se han hecho estas situaciones. Basta con ver a la población brasileña, la más futbolera del mundo, en pie de lucha diaria, realizando protestas contra todos los negociados que se están haciendo con motivo del mundial de fútbol, para entender que esto no es solo una apreciación personal de quien esto escribe. Hay un malestar masivo, en el país más identificado con el buen fútbol a nivel mundial, que se está expresando sin pudores. Ante todo ello, la maquinaria publicitaria, mediática y comercial hace oídos sordos y ojos ciegos pues se inserta con más facilidad en la dinámica superficial de aquello que más vende.

Tengo 40 años y he visto todos los mundiales desde España '82. Ese año, en que Perú participó por última vez (no solo porque fácticamente no volvió a participar en los ocho mundiales siguientes sino porque NO LO VOLVERÁ A HACER JAMÁS), hubo un periódico que sacó un un suplemento titulado La Historia de los Mundiales o algo así -no recuerdo bien si fue Expreso o El Comercio- en el que contaban, detalle a detalle, partido a partido, todo lo que pasó desde Uruguay '30 (el primer mundial) hasta Argentina '78 (en ese momento, el anterior). 

Lo coleccioné y consumí de manera compulsiva, casi como una adicción. Leyendo esas páginas y viendo esas fotos aprendí que Obdulio Varela es un ídolo en Uruguay, que no hubo otro delantero como el francés Just Fontaine, que Pelé debutó a los 17 años en Suecia '58, que Ferenc Puskas y Sandor Kocsis, mediocampista y delantero húngaros, merecieron ser campeones y nunca lo fueron, que al arquero soviético Lev Yashin le decían "La Araña Negra" y que Holanda campeonó en el corazón de todos los fanáticos del fútbol los dos mundiales consecutivos en que no pudieron levantar la copa, entre muchas otras cosas. Y cada historia de lo que ocurría en España '82 se ligaba de manera inmediata a los otros mundiales pasados, creando conexiones emocionales, recuerdos, una cultura asociada a un deporte que, con el correr de los años, ha perdido su encanto para convertirse en un negocio ramplón, vulgar y superficial.

Este mundial no tiene estrellas, todos son robots con el pelo engominado y los contratos publicitarios esperándolos a la vuelta de la esquina. Personajes como Cristiano Ronaldo, Mario Balotelli y otros deben ganar más dinero posando para una revista dirigida al público femenino -o al masculino metrosexual, que es casi lo mismo- que jugando fútbol. Por ende, si se lesionan una rodilla quizás no les sea tan perjudicial pues no la necesitan para las sesiones de fotografía fashion que conseguirán mientras dure la para. Ya no hay mística en el fútbol. Hay negocios, corrupción y distorsiones de todo tipo que dejan a los goles, las jugadas y los equipos esperando su turno para recibir un poco de atención en medio de tanta basura, la cual es consumida de forma desesperada por todos esos hombres y mujeres que, sin saber nada de fútbol, se reunirán en torno a un LCD de 40 pulgadas, al ritmo de la canción plagiada de Shakira, una de esas improvisadas y simplonas "novias del mundial".

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