miércoles, 5 de junio de 2013

PROGRAMACIÓN MUSICAL EN LAS RADIOS: ¿DEBATE ÚTIL O PÉRDIDA DE TIEMPO?


Se habla mucho, en las últimas semanas, de un proyecto que busca colocar una "cuota porcentual" de artistas peruanos en las parrillas de las radios musicales para promover las producciones nacionales frente a la avalancha de grupos extranjeros que, aparentemente, le estarían robando espacio a jóvenes músicos, particularmente de géneros pop y rock, que no encuentran manera de promocionar su material a través de este medio de difusión artística, cada vez más convencional, habida cuenta de que todas las herramientas que ofrece la actual plataforma virtual para dar a conocer una canción, independientemente de que esta sea buena o no, son utilizadas de manera compulsiva, tanto por los artistas de trayectoria como por los novatos que buscan hacerse conocidos a toda costa.

Reitero: particularmente el pop y el rock - porque hay otros géneros cultivados por peruanos, como la cumbia, la salsa y nuestras músicas folklóricas, tanto de costa, sierra y selva que sí han aumentado, en algunos casos desmesuradamente, su exposición mediática, y esto también al margen de su calidad, sino impulsados por un gaseoso concepto de comercialidad que apela a reacciones primarias del público - nunca han sido tema de conversación en el corrillo oficial (el establishment) y por eso sorprende que ahora se hable de esta situación, que dicho sea de paso no es nueva, aunque sí exclusiva de nuestro país (en Argentina, por ejemplo, hay emisoras cuya programación es 100% de artistas locales, festivales masivos de géneros musicales específicos, donde los extranjeros son la excepción a la regla, etcétera). Una idea más: este tema ha dado el salto de las redes sociales a los medios de comunicación "normales" tras las reacciones destempladas, y por cierto muy merecidas, que recibieron los comentarios de un politicastro de pacotilla, que se lanzó una paparruchada inaceptable para quienes algo saben del tema.

El simple hecho de que personajes como Alfredo Ferrero, el politicastro de marras, o Aldo Mariátegui hagan comentarios respecto de este asunto es una prueba de la poca importancia que tiene el análisis de la difusión musical en el Perú. Por cierto, reducirlo todo a temas de "cuotas porcentuales" refleja una inmensa ignorancia y desinterés por explorar más un tópico que tiene, cómo no, de negociado y compadrazgos (para conseguir un espacio en la programación de una emisora) pero también tiene de aspectos sociológicos, artísticos y, por supuesto, de los niveles de expectativas de un público con una formación educativa deplorable y cada vez más pobre, que le impide ejercer un sólido control de calidad frente a aquello que los mercachifles de la industria discográfica nos quieren vender a toda costa.

Resumiendo: todo se maneja desde las cajas registradoras de los dueños de las radios. Esto significa que, si tienes una banda de rock y quieres que tu canción suene en las principales emisoras, entonces debes ser entrevistado en el segmento de espectáculos del Grupo RPP y lograr que hable de ti La Chola Chabuca. Para ello, tienes que asegurarle una ganancia monetaria concreta a quien te propale. No necesariamente pagarle en efectivo (lo cual sería una ramplona coima, que también las hay) sino ofrecerles mucho rating, publicidad o "imagen". Es decir, si eres hijo del productor de Gianmarco, la haces en una, así tu música sea impasable. La otra opción es que hagas un vídeo con toques faranduleros (calatería, cumbia estilo Los Hermanos Yaipén o estupideces que "la rompan" en el youtube como las de La Tigresa del Oriente y afines (la última de ellas es, desde luego, esa porquería llamada Agüita de coco). Hoy más que nunca, la presencia en medios no depende del talento sino de la plata que haya detrás, sea que llegue en forma de un cheque, de una promesa de imagen o de popularidad chicha, de una expectativa tangible de ventas tan masivas como inescrupulosas.

Sonar en la radio, para mí, es sinónimo de superficialidad, de éxito efímero pero insostenible en el tiempo. Todo lo que suena en la radio está hecho para agradar a la masa con poco criterio, poco esfuerzo y poca trascendencia; y en ese sentido, que haya un grupo de artistas que se quejen porque "no los dejan salir en la radio", así como están las cosas hoy, representa más una angurria por la mediatización de sus producciones (ya ni propuestas musicales las llamaría) para venderlas lo más rápido posible. Es verdad, la música es un negocio y los intérpretes graban sus canciones para vivir de ellas, pero en temas realmente artísticos hace tiempo que calidad no es sinónimo de éxito comercial. Todo lo contrario. 

Los músicos, compositores y cantantes de calidad jamás saldrán en la radio o en la televisión. Es más, no merecen salir en ellas tal y como son manejadas actualmente. Si las radios y los canales pudieran ser asociados con medios identificados con la difusión de música de calidad, bien hecha (desde una canción de cuna hasta un thrash metal), quizás me solidarizaría con sus reclamos. Pero si lo que quieren es compartir rankings con el omnipresente Gianmarco, Los Yaipenes, Libido, Pedro Suárez Vértiz, entre otros que sí tienen una presencia constante en la radio actual, me huele a que su siguiente ambición es ser invitados a un capítulo de Al fondo hay sitio, epítome de la fama en nuestra sociedad peruana, reñida hasta la muerte con el buen gusto y el trabajo talentoso de músicos de verdad, algunos de ellos con carreras de décadas, ignoradas consuetudinariamente por los medios oficiales. 

Recuerdo haber escuchado, hace unos días, en uno de los capítulos de That Metal Show, al ícono del rock teatral de los 70s Vincent Damon Furnier, más conocido como Alice Cooper,decir que extrañaba las épocas en que las listas de éxitos en las radios estaban conformadas íntegramente por bandas de rock, blues y hard rock. Hoy, de cada doscientos títulos (en los que vemos a raperos, calichines del country como Taylor Swift o Blake Shelton o divas de cartón como Lady Gaga, Rihanna, Beyoncé y afines), solo tres pertenecen a rockeros de verdad, afirmó Alice. La segregación en este caso no depende las nacionalidades, como sucede aquí, pues el debate se centra en por qué se les da más preferencia a los extranjeros que a los oriundos, pero de alguna manera se repite una constante: figurar en los rankings de éxitos, consecuencia lógica de sonar todo el tiempo en la radio, no es ni por asomo un efecto ni del talento individual del artista, ni de su trascendencia, ni siquiera de las preferencias del público, sino de los negocios que corren detrás de cada tendencia inventada desde una oficina de marketing.

Y quizás siempre haya sido así. Si no ¿cómo se explica uno que, con un bagaje grabado de más de 50 años de música, los programas de recuerdos pasen las mismas 100 canciones toda la semana, en diferente orden? Porque algún marketerito ha dicho, desde siempre, que la gente gira el dial cuando no escucha lo que siempre ha escuchado. Lo cual en esta época es peor y, por tanto, más irreversible que nunca. Entonces, ¿vale la pena la polémica iniciada por un cero a la izquierda en música (y en otros temas también, aunque haya sido ministro de no-sé-qué y lo entrevisten por todas partes) o es solo una pérdida de tiempo? ¿esto terminará en que escucharemos la última Flor de Loto en lugar de la última de Gianmarco o que en los recuerdos nacionales escucharemos alguna de El Polen en lugar de El último beso de Los Doltons? No lo creo.


3 comentarios:

movistar mensajes dijo...

Perdida de tiempo.

César Monterroso dijo...

Sin discrepar en el hecho fehaciente de que las radios en el Perú son una cloaca cultural (con la excepción de Filarmonía y quizás alguna am dedicada al folklore) creo que entonces la lucha es por humanizarlas, adecentarlas es más reformarlas ¿Por qué tolerar que sean esa mierda que son? Desde ese punto de vista si logramos que algo de la producción decente y de calidad de nuestro país sea difundida por la radio, sería darle la oportunidad a millones de escuchar algo diferente.

Saludos

Jorge Luis dijo...

Hola César... es verdad lo que dices pero según veo en las notas sobre el tema, la dirección del debate no es precisamente esa, no les interesa reformar ni menos humanizar la radio. Lo que quieren es hacer convivir a algunas bandas o solistas ávidos de difusión masiva con toda la miasma a la que nos tienen acostumbrados...