martes, 19 de febrero de 2013

TONY SHERIDAN (1940-2013): EL ELVIS DE LA CALLE REEPERBAHN


Hace unos días falleció en los Estados Unidos,a los 73 años de edad, el compositor cantante y guitarrista de rock and roll inglés Tony Sheridan, conocido como "The Teacher" ("el maestro"). Su nombre es parte de la historia de The Beatles pues fue el primer artista que grabó con ellos, a comienzos de la década de los 60s, cuando los Fab Four viajaron a la ciudad alemana de Hamburgo. En homenaje a este personaje capital en el desarrollo de los primeros años del rock and roll, ofrezco esta traducción del artículo The Elvis of the Reeperbahn, publicado por el periodista musical Alan Clayson en la edición No. 4 de la revista británica Vintage Rock (septiembre 2012).

EL ELVIS DE LA CALLE REEPERBAHN

Después de florecer momentáneamente en Oh boy!, Tony Sheridan encontró distinguida fama en Alemania y tuvo un papel esporádico en la historia de The Beatles. Alan Clayson tiene su historia.

Como la chica del coro que de repente consigue el estrellato en Hollywood, el guitarrista y cantante Tony Sheridan  fue elevado en 1959 de los polvorientos pasillos del 2i’s (*) a un puesto en el programa Oh boy! de ITV, después de su arribo desde Norwich como uno de los pocos rockeros ingleses a quienes se les podía reconocer talento. Otro de ellos fue Vince Taylor, la principal atracción de otro club vecino, el Top Ten, después del abrupto declive del 2i’s como lugar para pasarla bien. “Estaba empezando a caer cuesta abajo”, decía Ricky Richards, un rockero del norte de Londres ya fallecido. “Una noche estaba cantando en el 2i’s. Y a la siguiente estaba metido en el Top Ten. Desde entonces, toda la acción se producía allí”.

En ese momento, Ricky no podía saber hasta qué punto su vida se iba a entrelazar con la de Sheridan. “Hice siete ediciones de Oh boy! antes de que me despidieran por ser una molestia general”, dice Tony. “También circulaban vagos rumores de que yo me iba a unir a The Shadows y por poco, me convertí en el primero en grabar para Top Rank. Mi primer single fue Only sixteen. Esa clase de cosas no eran parte de mi estilo en absoluto, y Top Rank contrató finalmente a Craig Douglas, probablemente fue una decisión inteligente”.

Ricky Richards declaró que para 1960, Sheridan era el mejor guitarrista británico de rock; cuando Conway Twitty apareció, Tony fue contratado para tocar con él. Sin embargo, Sheridan estaba más interesado en funcionar como figura central en un trío junto a Brian Locking en el bajo y el baterista Brian Bennett, también voceado para convertirse en un integrante de The Shadows. Con un estilo inusual, él decidió no duplicar arreglos grabados de rock clásico. “Yo tomaba una canción y la forzaba hasta que terminaba en una versión ligeramente diferente”, dice. Cuando trabajó con Sheridan, Ricky Richards también tuvo algunas dificultades. “Él nunca tocaba tres acordes, como otros 10 podrían haber hecho. Cantaba con los ojos cerrados bajo una tremenda presión emocional”. Sheridan podía quedar hipnotizado mientras resolvía arriesgadas improvisaciones, intrínsecamente de la misma forma en que lo haría Jimi Hendrix, años después.

Pero los rasgos autodestructivos de Sheridan lo relegaron a una oscuridad producida por él mismo, que se reflejó, por ejemplo, en la cancelación de una aparición en Boy meets girls cuando, en palabras de su propio agente publicitario, Tony “fue un caos (no llegó a tiempo, apareció en el set sin su guitarra, etc.) – y una dedicación gratuita a satisfacerse a sí mismo en lugar de pensar en su público. “Nunca he estado detrás de esa clase de aceptación que proviene de “lograrlo”, encabezar los rankings”, reflexionó con candor de mediana adultez. “Todos mis deseos artísticos, por lo menos sobre los escenarios, fueron satisfechos en Hamburgo”.

Él – y Ricky Richards – habían estado dentro de una maleta de retazos llena de músicos londinenses contratados por Bruno Koschmider, el primer empresario alemán que se ocupó del “rock and roll inglés”. La escena rockera en Alemania consistía mayormente en grupos vocales solemnes y un ritmo a menudo casi marcial. Koschmider, quien inició su carrera como payaso de circo, se arriesgó con un intérprete que había sido descrito, por los visitantes extranjeros que llegaban a la zona roja de su pequeño distrito de Kaiserkeller en Hamburgo, como lo más sagrado del pop británico.

En el 2i’s, Iain Hines, un tecladista cuyo curriculum incluía algunas apariciones apoyando a Vince Eager y Tommy Bruce, respondió la solicitud de Bruno para buscar músicos y lo ayudó a transportarlos y cruzar el océano para conformar un grupo, The Jets, para sorprender a la raquítica escena de Kaiserkeller.

“Mis motivos para ir tenían una raíz muy profunda”, recuerda Tony Sheridan. “Mi madre siempre estaba fastidiando con una historia según la cual la mitad de la familia, incluido mi abuelo en 1917, había muerto por culpa de los Hunos. Supongo que, inconscientemente, parte de las razones por las que me fui a Alemania fue para hacerle daño”. Ricky Richards brindó una razón más mundana por la que Tony fue: huir de la policía por el robo de una guitarra, una Martin D-28. A pesar de ser un joven admirable en varios aspectos, Sheridan tenía una actitud apática hacia los reclamos por no pagar el alquiler o venta de ciertos equipos.

Ricky, una persona con los pies sobre la tierra, no se sentía acosado por objetivos financieros o psicológicos: “Nunca había viajado al exterior y estaba desesperado por irme”. Aunque era básicamente un cantante, sus acordes sirvieron para apoyar los solos de Tony, aunque como guitarrista había tocado antes en un álbum de Miki & Griff, uno de los primeros grupos británicos de “música dulce” del sello C&W.

El bajista Pete Wharton era más operativo que virtuoso – como lo fue Colin Milander, un guitarrista rítmico adicional, que fue incluido porque, según explicó Ricky, “Bruno no podía concebir una banda de baile que tuviera menos de seis integrantes”. También estuvo Del Ward, un multi-instrumentista a quien Koschmider designó como “el líder” de The Jets después que Hines no llegó a la estación de la calle Liverpool, el día que salían hacia Hamburgo.

Luego de ubicar al cargamento humano en su oficina, Bruno reflexionó en voz alta sobre su sensación de haber recibido menor peso total. ¿Dónde estaba Iain? Además, a The Jets les faltaba un baterista. Pensando con rapidez, sus ojos se fijaron en una batería anticuada marca Trixon que estaba junto a un armario detrás de él. Cualquier tonto podría tocar esa batería. Cada uno de ellos tuvo su turno para intentarlo, si a Bruno no le importaba usarla, a ellos tampoco.



Comunicándose entre sí a través de conteos, movimientos de cabeza y miradas, The Jets la tuvieron fácil a la hora del show. “El público se puso frenético”, dijo Ricky. “En lo que respecta a Sheridan y su guitarra, ellos nunca habían escuchado algo así”. El repertorio incluía una versión de What I’d say que terminaba con el colapso de Tony después de casi 30 minutos de intercambiar “heys” y “yeahs” con la multitud. “Los temas tenían distintas duraciones”, explicaba Ricky. “No sabíamos qué íbamos a tocar después”.

Así se daban las cosas: Sheridan era dado a lanzar canciones que no eran familiares para los demás. The Jets podían mantener el paso, pero una de las cosas que surgió en los años siguientes fue que empezaba el pánico a medida que una pieza degeneraba hasta convertirse en un caos absoluto. Incluso ellos y otros posteriores visitantes a Hamburgo se sentían honrados al escuchar los trucos de “The Teacher” después de aquella primera temporada, tras la cual el grupo original se hiciera conocido, aunque de manera informal, bajo el nombre Tony Sheridan & The Jets.

Después pasaron al club Top Ten, un lujoso local nocturno de la calle Reeperbahn, donde se creaba música continua “en vivo” por dos grupos separados tocando en espacios independientes: otro Tony Sheridan Trio, con Pete Wharton y un baterista local y una nueva formación de The Jets, que se armó luego de que Ricky Richards volviera de Londres trayendo a Iain Hines y Chas Beaumont (alguna vez guitarrista de The Worried Men, el trampolín que llevó a Adam Faith a ser una celebridad). Sin embargo, este plan quedó destrozado cuando el Volkswagen de la fiesta se salió de la carretera. Richards, la baja más seria de ese accidente, llevaría sus heridas hasta la tumba.

Nunca llueve pero sí cae rocío, y el asunto de la guitarra Martin D-28 cayó finalmente sobre Tony Sheridan: “La policía alemana me sugirió que regresara a mi país y arreglara todo. En Dover, dos tipos de civil se me acercaron y quedé preso en Brixton durante 10 días como detención preventiva. Al final, me dejaron salir”.

Que ambos grupos, The Jets y The Tony Sheridan Trio estuvieran en desorden no fue una buena razón para extender la estadía en el Top Ten. Cuando el contrato terminó, solo Colin y Tony optaron por continuar con la vida bohemia en Hamburgo, y hasta se casaron con chicas alemanas.

Durante el heroico retorno de Sheridan al Top Ten en la fría primavera de 1961, The Beatles, uno de los dos grupos que lo apoyaban, acompañaron a Tony a grabar su primer single 45, My Bonnie, y algunos temas más para un proyecto de LP con el sello Polydor. Lanzado en junio, My Bonnie ingresó a los rankings de twist de Hamburgo y también a nivel nacional. Este éxito fue la base para que Brian Epstein apareciera en el cuadro. Los fans de la música preguntaban por My Bonnie en el área de música del centro comercial donde Epstein era un aburrido jefe de ventas. Atraído por una sesión de The Beatles en el club The Cavern, el destino fatal de Brian quedó sellado. Y el resto, como todos dicen, es historia.

En cuanto a Sheridan, My Bonnie le produjo una prominente fama que él no habría podido garantizar según el curso ordinario de los hechos. Una repromoción del single, bajo el nombre de The Beatles with Tony Sheridan, supuestamente vendió un millón de copias para 1964. Décadas después, Tony aun participa de los conciertos de veteranos del rock en Hamburgo, y a menudo se le conoce como el Elvis de la calle Reeperbahn, recreando la magia de los años dorados. Rockeando tan fuerte como siempre, Tony Sheridan pasa de largo por los años transcurridos desde 1960 como una escobilla.


Tony Sheridan y su banda, tocando el clásico My Bonnie en el 2011.

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