lunes, 21 de noviembre de 2011

INDIGNACIÓN EN HARVARD


El pensamiento único. Ese mounstruo de siete cabezas que parece capaz de engullirse todo lo que insinúe diferencia, cambio, cuestionamiento a lo establecido. Cuando un periodista, por más inteligente y agudo que sea, le es incómodo al pensamiento único, desaparece de los medios convencionales y si puede, sigue diciendo lo que tiene que decir desde un medio que él mismo financia. Cuando un empresario o un político sin mucho poder se separa del coro monocorde, es mal visto y de inmediato aparecen campañas, destapes en su contra que lo terminan desapareciendo.

Son múltiples las maneras que tiene el pensamiento único de imponer su gobierno sobre las vidas y trabajos de los demás, en una actitud de tiranía que contrasta con las prácticas democráticas que dicen defender sus adalides. Antes contaban con la complicidad del silencio y la nula capacidad de difusión que poseían las voces disonantes. Hoy la Internet ha roto esas barreras, aunque por supuesto, el poder del pensamiento único continúa ejerciendo un férreo dominio.

A pesar de las crisis y el fracaso del modelo que mantiene felices a asalariados mandilones y gobiernos corruptos a todo nivel, el pensamiento único despide gente, acalla reclamos e ignora pensamientos distintos. Conserva en sus filas a quienes aceptan a pie juntillas sus dictámenes o a quienes se llegan a sentir "parte de" de la fiesta cuando finalmente son también tontos útiles de un sistema que siempre se reserva el derecho de admisión al gran banquete.

Julia Evelyn Martínez, abogada salvadoreña que acaba de ser destituida de su cargo como directora del ISDEMU (Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer) acaba de publicar un interesante artículo en la página www.rebelion.org acerca de un hecho sin precedentes: los estudiantes de economía de la prestigiosa Universidad de Harvard (es decir, los futuros gerentes financieros de las grandes corporaciones del mundo) protestan por los sesgos de las teorías económicas que les imparten sus profesores, en particular Gregory Mankiw, ex asesor de George W. Bush. Esta protesta estudiantil hace pensar que no todo está perdido y que gracias a la información que se difunde por Internet (esta noticia no la van a encontrar nunca en CNN o por ejemplo, comentada abiertamente en Rumbo Económico), la opinión pública tiene esperanzas de darse cuenta de que el pensamiento único, ese mounstruo de siete cabezas, ya no está tan libre para continuar con las técnicas de desinformación que lo caracterizan. Se los dejo...


ESTUDIANTES PROTESTAN EN HARVARD POR MALA ENSEÑANZA
por Julia Evelyn Martínez
El 02.11.2011, un grupo de estudiantes de economía tomó la decisión de retirarse en bloque de la cátedra de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard, en protesta por el contenido y el enfoque desde el cual se imparte esta materia. ¿Qué hay de asombroso en este hecho?.

En primer lugar, la protesta tuvo como destinatario directo al conocido economista Gregory Mankiw, ex asesor del Presidente George W. Bush y autor de uno de los manuales de macroeconomía más utilizado en las escuelas de economía dentro y fuera de Estados unidos.

En segundo lugar, porque de acuerdo a la carta entregada por los/as estudiantes antes de retirarse de la cátedra, el motivo de la protesta fue su indignación por lo que consideran el vacío intelectual y la corrupción moral y económica de gran parte del mundo académico, cómplices por acción u omisión en la actual crisis económica.

Y en tercer lugar, se trata de un hecho insólito, porque los integrantes del movimiento estudiantil detrás de este hecho de indignación académica en contra del pensamiento único neoclásico, pertenecen a la élite económica, social y política de los Estados Unidos, que se forma en la Universidad de Harvard para dirigir las corporaciones empresariales globales y/o para asesorar a los gobiernos en materia de políticas económicas y financieras. En diversos párrafos de la carta al profesor Mankiw se lee: “hoy estamos abandonando su clase, con el fin de expresar nuestro descontento con el sesgo inherente a este curso. Estamos profundamente preocupados por la forma en que este sesgo afecta a los estudiantes, a la Universidad, y nuestra sociedad en general (…) Un estudio académico legítimo de la economía debe incluir una discusión crítica de las ventajas y los defectos de los diferentes modelos económicos. A medida que su clase no incluye las fuentes primarias y rara vez se cuenta con artículos de revistas académicas, tenemos muy poco acceso a aproximaciones económicas alternativas. No hay ninguna justificación para la presentación de las teorías económicas de Adam Smith como algo más fundamental o básico que, por ejemplo, la teoría keynesiana ..(…) ..Los graduados de Harvard juegan un papel importante en las instituciones financieras y en la conformación de las políticas públicas en todo el mundo. Si falla la Universidad de Harvard a la hora de equipar a sus estudiantes con una comprensión amplia y crítica de la economía, sus acciones serán susceptibles de perjudicar el sistema financiero mundial. Los últimos cinco años de crisis económica han sido prueba suficiente de ello”. La carta concluye: “No estamos retirando de su clase este día, tanto para protestar por la falta de discusión de la teoría económica básica y como para dar nuestro apoyo a un movimiento que está cambiando el discurso estadounidense sobre la injusticia económica (Occupy wall street). Profesor Mankiw, le pedimos que se tome nuestras inquietudes y nuestro retiro de su clase en serio”.

El movimiento de estudiantes de Harvard a favor de una economía crítica, se ha ampliado y ha incorporado otras demandas para hacer de Harvard una “universidad socialmente responsable”. Una de éstas consiste en la negociación de contratos de trabajo más dignos para el personal de servicios de la universidad que sufre las políticas de flexibilización laboral que tanto daño le han ocasionado a la clase trabajadora norteamericana.

Hace casi 200 años, John Stuart Mill al asumir como Rector de la Universidad de Saint Andrew, recordaba al claustro de profesores de dicha universidad, que la función de las universidades no es hacer que los estudiantes aprendan a repetir lo que se les enseña como verdadero sino que su función es formar personas con capacidad de pensar por si mismas. De acuerdo a este gran economista y filosofo, las universidades deben enseñarles a las personas a “Poner en duda las cosas; no aceptar doctrinas, propias o ajenas, sin el riguroso escrutinio de la crítica negativa, sin dejar pasar inadvertidas falacias, incoherencias o confusiones; sobre todo, insistir en tener claro el significado de una palabra antes de usarla y el significado de una proposición antes de afirmarla……. El objetivo de la universidad no es enseñar el conocimiento requerido para que los estudiantes puedan ganarse el sustento de una manera particular. Su objetivo no es formar abogados ó médicos ó ingenieros (ó economistas) hábiles, sino seres humanos capaces y sensatos……. Los estudiantes son seres humanos antes de ser abogados, médicos, comerciantes o industriales; y sí se les forma como seres humanos capaces y sensatos, serán por sí mismos médicos y abogados (y economistas) capaces y sensatos”.

Es obvio que la incapacidad de las universidades actuales de formar economistas críticos y sensatos no responde únicamente a posturas personales e ideológicas de docentes y/o autoridades universitarias, sino más bien responde a factores relacionados con el rol que las universidades cumplen en la reproducción de las relaciones de poder dentro del sistema capitalista en su fase neoliberal. Probablemente uno de los principales factores explicativos de la crisis en la enseñanza de una economía crítica e integral, es la pérdida de la identidad e independencia de las universidades debido a que han sido capturadas por los intereses de las corporaciones y/o por la demanda del mercado. Se les ha presionado directa (o indirectamente) a convertirse en empresas educativas con la misión de formar a los dos tipos básicos de economistas que demanda el mercado en la fase actual del capitalismo: economistas especialistas altamente calificados/as y economistas generalistas poco calificados/as para apoyar a especialistas o para desempeñarse en funciones gerenciales. Esto a su vez ha conducido a una especie de fragmentación del conocimiento y a la ausencia de pensamiento crítico. ¿El resultado final? Economistas formados para adaptarse y/o colaborar con el status quo que mantiene a la mayor parte de la humanidad en la exclusión y la pobreza.

El mensaje que desde Harvard envían los y las estudiantes de economía, no debería pasar desapercibido por las escuelas de economía del mundo entero, en particular por las escuelas de economía de los países del sur. Es tiempo de rectificar el rumbo (si se ha perdido en algún momento). Es tiempo de separar la verdadera función universitaria de la función de formación técnica superior, y sobre todo, es tiempo de devolverle a la enseñanza de la economía el carácter crítico, riguroso e integral que tanta falta hace en los momentos actuales de crisis sistémica que ha provocado el sistema capitalista. Si no actuamos ahora, con hechos y no con meros discursos, las escuelas de economía (y quienes trabajamos en ellas) estamos en riesgo de correr – más tarde o más temprano- con la misma suerte del desafortunado profesor Mankiw.

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