martes, 25 de octubre de 2011

DR. CIRO CASTILLO ROJO: UN HÉROE MODERNO


Si yo desapareciera en una zona montañosa y alejada de cualquier tipo de civilización ¿mi padre saldría a buscarme? ¿mis hermanos dejarían sus trabajos para realizar la búsqueda que debiera haber hecho la policía? Creo que no. Y no se trata de un reproche hacia ellos, porque en realidad creo que la mayoría no lo haría. De lo contrario las montañas o los caminos perdidos en los que desaparecen a diario infinidad de anónimos estarían repletas de familias que, determinadas a no resignarse a la pérdida, dispuestas a no permitir que su ser querido pase a engrosar la estadísticas de "casos cerrados judicialmente", binoculares en mano las recorrerían día tras día para hallar a quien imaginan tiritando de frío, angustiado por el hambre y muy probablemente por el dolor de las heridas que alguien, no se sabe quién, le infringió y que siguió con su vida segura de que la impunidad y el cansancio jugarían a su favor.

La fuerza espiritual y física del Dr. Ciro Castillo Rojo tienen carácter de extraordinarias. No cualquier padre, más allá de si trata bien o mal a sus hijos en las condiciones normales de una vida común y corriente, con problemas que no exijan sacrificios extremos o radicales - como abandonar el trabajo y exponer su propia integridad física - hace lo que él hizo por su hijo Ciro, quien después de medio año desaparecido por fin va a recibir las exequias y despedidas terrenales que tanto se necesitan para reconectarse con el alma de un cuerpo que ya no puede sonreír, que ya no puede abrazar, que ya no puede hablar.

El apoyo de gran parte de la prensa nacional ha sido fundamental para apuntalar el ánimo indesmayable de una familia acosada por la incertidumbre, que veía como el otro lado de la ecuación, es decir Rosario Ponce, familia y amigos, lanzaban estiercol con ventilador sobre la puerta de su casa, cuando el Perú entero veía cómo el círculo familiar de Ciro demostraba, con sus actos desinteresados y su abierta decisión a no separarse nunca, que era la unión y el amor lo que predominaba. Esto sin hablar de las estrategias para dilatar investigaciones, interrumpir diligencias, etc., que configuraron un halo de sospecha permanente sobre la rescatada, una señorita a la cual nunca se le vio derramar una lágrima por su enamorado misteriosamente extraviado en las alturas congeladas del Colca.

El Dr. Ciro Castillo Rojo es un héroe moderno. La señora Rosario, su esposa, ha pasado de la tristeza del no saber a la tristeza del saber a ciencia cierta, que su hijo murió y que murió sufriendo. Por eso ahora la vemos más indignada, exigiendo explicaciones. Y los hermanos miran al futuro con la expresión de duelo por tan sensible pérdida. La prensa continúa apoyando y aunque no es ajena a la explotación mediática de este intenso drama familiar que nos mantuvo en vilo todo este tiempo, prefiero eso a la inexplicable defensa que hace una periodista y abogada con años de recorrido en televisión como Sol Carreño, que parece incapaz de entender que la indignación popular frente a la principal sospechosa de la trágica muerte de Ciro, que ha tenido tiempo para salir a la peluquería y decir, con fingidos y psicópatas mohines de niña, que "leyó una frase bonita que dice que ante los problemas siempre hay que mantener la sonrisa en la cara", es comprensible y justa. ¿Saldría Sol Carreño a las montañas, pagando a rescatistas para continuar con la búsqueda de un hijo suyo, cuando las instancias legales le dicen que lo van a declarar caso cerrado por desaparición?. Creo que no...

lunes, 17 de octubre de 2011

LA GUITARRA PERUANA ESTÁ DE LUTO


Me enteré hoy en la mañana y no lo pude creer porque se trata de un guitarrista sumamente activo, enfrascado en múltiples proyectos musicales. A los 64 años de edad, en pleno uso de sus facultades, falleció Félix Casaverde tras haber sido internado en el Hospital Rebagliatti debido a problemas estomacales. Como siempre pasa con nuestros artistas, don Félix carecía de seguro social y pudo ser atendido gracias a la afiliación de su esposa. Nadie explica con claridad cómo es que se complicó tanto su situación y quizás hasta se trate de un caso de negligencia médica. Así trata el país a sus altos valores culturales. Como dice César Hildebrandt: "El Perú es madrastra de sus hijos".

El sonido de don Félix Casaverde era especial, mágico, innovador y ecléctico. Nunca dejó de ser peruano, nunca dejó de sonar a música negra pero tenía esos airecillos brasileños, esas progresiones jazzísticas, esas creaciones personales provenientes de una sensibilidad profunda que lo convirtieron en uno de los representantes más auténticos de ese híbrido llamado "fusión afroperuana" tan maltratado por personajes improvisados y tendencias al desorden armónico, a la desvalorización artística, al facilismo de la moda que aprueba la mescolanza como sinónimo de creatividad.

Nadie conoce a Félix Casaverde. Nadie que no sea músico o fanático de la verdadera música, quiero decir. La masa no sabe quién es y ahora se preguntan qué tocaba, dónde y con quién. La Internet es pródiga - y lo será más en los próximos días cuando los homenajes incluyan a propios y ajenos en las reseñas y semblanzas que se hagan de este guitarrista excepcional - en datos acerca de su carrera y su vida: que era devoto del Señor de los Milagros, que fue descubierto por Chabuca Granda, que acompañó muchos años a Tania Libertad en México, que era el preferido de Susana Baca, que revolucionó la guitarra peruana con un talento fuera de lo común. Todo eso es verdad. Y entonces me pregunto una vez más: ¿por qué nadie lo conoce?

Los niños de Lima dejan hoy de ir al colegio para acampar en las afueras de un estadio y ver a un adolescente que no sabe cantar pero lo hace en inglés - Justin Bieber para los distraídos - en una absurda imitación de lo que hacen los adultos cuando se trata de estar en primera fila de los conciertos que últimamente llegan a nuestra ciudad. Esta imitación fuera de lugar es promovida por personajes que se enriquecen embruteciendo a la niñez peruana, que se deprime si no participan de este espectáculo ligero y de poco valor artístico desde cualquier punto de vista.

Mientras tanto el Ministerio de Cultura homenajea con velorio abierto a un músico importante de nuestro acervo musical que fallece en el mes de la canción criolla. Un velorio abierto al que solo asistirán pues, sus amigos y aquellos que tuvimos la suerte de alguna vez verlo y escucharlo tocar. Y lo más probable es que esto ocurre porque la actual ministra es una de sus mejores amigas, la cantante Susana Baca a quien acompañó en múltiples escenarios y estudios de grabación dentro y fuera del país.

Cuando un artista fallece, fallece una parte del alma del país. Por el desdén que el gran público muestra ante nuestros artistas - salvo que venga empaquetado en alguna falacia comercial auspiciada por grandes empresas y maquillado con elementos de aquello "que le gusta a la gente", léase vulgaridades, chabacanerías o tendencias traídas del extranjero como esas mezclas electrónicas conocidas como "chill-out", las fusiones mal hechas, etc. - podríamos concluir que el Perú no tiene alma, solo deseos de divertirse irracionalmente, eliminar todo lo que huela a tradición, a respeto por el trabajo real de los músicos no populares y despreciar la cultura en sus diversas manifestaciones.

El estilo único de Félix Casaverde Vivanco quedará por siempre en los oídos de quienes valoramos y sentimos la música peruana tanto como valoramos y sentimos la música en general, y no como un producto de utilización a conveniencia de quienes creen que un vals o un festejo solo puede escucharse a la hora del almuerzo, entre botellas de cerveza y peñas que más parecen discotecas. Que en paz descanse, maestro.


Junto a Susana Baca promocionando el Festival Cuerdas Al Aire 2010.


Del disco Memorias de..., el festejo Cuatro tiempos negros jóvenes.


Este tema se llama Festejo 1900, la interpretación es en el Peruano Japonés, año 2010


Vals Celos de Felipe Pinglo Alva

sábado, 8 de octubre de 2011

ALGUNOS APUNTES SOBRE EL PERÚ- PARAGUAY


Ayer Perú venció 2-0 a Paraguay, lo cual es bueno desde el punto de vista del camino hacia la clasificación al Mundial Brasil 2014, pero como decía en mi post anterior, no evita que el Perú haya perdido como sociedad. Aquí mis razones:

a) Tras la muerte de Walter Oyarce, lanzado al vacío desde un palco del Monumental hace apenas tres semanas, la sociedad peruana se declaró "de duelo". La algarabía cervecera, la sobre excitación en las calles después del partido y el escapismo de los titulares echa por tierra eso. Y no en nombre de "la pasión y las ilusiones renacidas", sino en nombre del negocio.

b) Una sociedad inteligente y respetuosa tendría que haber apoyado masivamente que este partido se hubiera jugado sin público, para que los canales de televisión, los periódicos "chicha", los locales juergueros, Gianmarco y los auspiciadores no ganen las obscenas cantidades de dinero que ganan con la venta de entradas, polos, merchandising y ratings. Igual Perú hubiera ganado y no vengan con ese cuento chino de que el público "usó la número doce".

c) El público peruano podría haber apoyado a su selección desde sus casas, sin ningún problema. ¿O es que el amor por el futbol peruano solo puede ser demostrado pagando los importes de las entradas, que solo Dios sabe a dónde irán a parar? no es difícil imaginar quiénes se frotan las manos con esta insensibilidad colectiva azuzada con la monserga del amor por la selección.

d) Que toda una ciudad llene el Estadio Nacional (y que algunos hayan intentado hacer pasar tragos a los palcos a pesar de lo que ha sucedido) y que tras el buen triunfo de Perú sobre Paraguay, todos los periódicos y programas dominicales salgan con titulares y reportajes triunfalistas es como si uno saliera a bailar la cumbia a la semana de la muerte de un ser querido (de un hermano o de una madre). Quizás sea por eso que a nadie le extraña todo eso, porque efectivamente hay muchas personas que salen a bailar la cumbia a días de la muerte de sus seres queridos.

PERÚ 2 - PARAGUAY 0: NO AL TRIUNFALISMO NI A LAS MENTIRAS
Paolo Guerrero hizo dos goles, dos golazos y se encuentra a punto de entrar en la historia como máximo goleador del futbol peruano. Juan Manuel Vargas hizo lo que viene haciendo desde hace tiempo, dejar todo en la cancha. Rinaldo Cruzado se consolida cada vez más (ya pónganle la 10 de una vez), lo mismo que Yoshimar Yotún y Adán Balbín. Jefferson Farfán hizo más que otras veces pero se espera aun más de él y la dupla Santiago Acasiete/Alberto Rodríguez puede volverse inamovible si sigue así. A Raúl Fernández no se le vio mucho pero se sabe que va in crescendo en el arco. Roberto Guizasola no se ha ganado al 100% el titularato y hay más opciones, lo cual es bueno.

Un párrafo aparte para Claudio Pizarro: corre mirando hacia abajo, como si fuera a tropezarse con sus propios pies y saca centros como sea, a quien le caiga (y por suerte para él, le cayeron siempre a Paolo Guerrero). No gana una sola pelota por alto y cuando hace jugadas "buenas" - como la escapada pegado a la línea en el segundo tiempo - su principal marcador es él mismo. Falló dos goles cantados, hechos, que ningún goleador de categoría se permitiría fallar. Le queda grande el puesto y la banda de capitán, que debería cedérsela a Guerrero. Y el puesto, a Chiroque. No sé qué partido ven los comentaristas de toda la prensa convencional pero si se deshacen en elogios ante um jugador así, las teorías de que les paga para que lo alaben me resultan muy creíbles.

Finalmente, en lugar de los titulares exageradamente triunfalistas, las canciones Perú Campeón o el mamarracho ese compuesto por Gianmarco y los reportajes que muestran bares, plazas al ritmo de Bareto y farándula excrementicia de fondo, lo que deberían repetir hasta el cansancio son las palabras de Sergio Markarián en la conferencia de prensa, en la que pide compostura, humildad y en la que hasta mandó callar a dos de esos gacetilleros que solo buscan la sin razón y el comentario con segunda. Ahora toca ganarle Chile...




Phillip Butters trata de convencer a la representante oficial del Periodismo Cabeza Hueca, de que eso de Los Cuatro Fantásticos y eso de que Pizarro es indispensable son puras mentiras. Quienes criticamos nos alegramos cuando gana Perú (como en el último partido) pero sin despegar los pies del suelo...

jueves, 6 de octubre de 2011

ACERCA DE STEVE JOBS...


En la década de los años 50s, el pensador español José Ortega y Gasset desentrañó una de las características de la sociedad de masas, en ese entonces en pañales. Puntualizó y criticó - y llevaba toda la razón en su momento - que el hombre, a partir de la revolución industrial, fue haciéndose cada vez más y más dependiente de la tecnología hasta convertirse en usuario de todo y con tanta irracionalidad que llegó a asumir que las cosas estaban así porque sí, porque así era el mundo. En consecuencia, negaba el mérito de aquellos seres humanos extraordinarios que hacían posible que su vida se hiciera más y más fácil gracias al avance tecnológico.

Al dar todo por sentado, el ser humano "moderno" usufructúa las producciones de mentes prodigiosas, no abyectas ni limitadas como la suya propia, y a un tiempo se especializa en este uso irreflexivo y carente de discreción. Lógicamente y a diferencia de los recursos naturales, que también depreda diligentemente, el hombre hace uso y abuso de la tecnología malgastándola y obligando a las brillantes inteligencias creativas, que se pasan años estudiando y trabajando sin descanso, a sobreproducir y aumentar la frecuencia con la que un avance sucede al otro. En nuestros días, la dinámica monstruosamente comercial y el componente de los millones de dólares que esto genera convierte a algunos genios de nuestra era en verdaderas máquinas - en todo el sentido de la palabra - hacedoras de productos tecnológicos, ultra sofisticados y fantásticos, que facilitan la vida en los quehaceres prácticos cotidianos y las necesidades de comunicación en tiempo real. Así, estamos en el estadio más grave del ser humano convertido en un organismo dependiente de sus prótesis, como diría Marco Aurelio Denegri estamos ante la versión más exagerada y patética del ser humano protético.

Ortega y Gasset también hablaba del incomprensible y paradójico desprecio que los miembros de la sociedad consumista de tecnología expresaba con relación a las élites que, ajenas y aisladas de la medianía y la superficialidad de sus vidas comunes y corrientes, dedicaban todo su tiempo a desarrollar aparatos y objetos para que sean usados por las masas (entiéndase por "masa" a todas aquellas sociedades de comportamientos homogéneos, sin importar si son de clase alta o baja. De hecho, el mayor uso de artilugios tecnológicos se produce en las masas de elevados niveles económicos). La cultura del desprecio al "nerd" (el estudioso, capaz de hacer cálculos matemáticos de profunda complejidad en su mente pero de nulas "habilidades sociales") que se inició en los 70s y que perdura hasta hoy - relativizada a conveniencia por los medios de comunicación masiva que juegan ahora con la estética "nerd" de vez en cuando - es la más clara demostración de eso.

Los tiempos cambian y hoy no se puede ser tan radical como Ortegay Gasset frente a lo que es nerd y lo que no, aunque ese desprecio hacia lo nerd, que normalmente se relaciona con lo aburrido, con lo poco arriesgado, sigue demostrándose en diversas manifestaciones humanas. ¿Cómo explicar entonces la pena mundial que ha ocasionado la muerte de Steve Jobs, co fundador de Apple y McIntosh, quizás uno de los nerds más exitosos y millonarios del mundo? Difícil de explicar en pocas palabras. El tipo era un genio, tanto así que supo adaptarse al discurso de la modernidad (modernidad que él cambiaba permanentemente con sus revolucionarios, aunque por momentos ya absurdos de lo complejos que son, inventos). Era un genio pero aun así no se dio cuenta de que sus aparatos, así como demostraron llevar al paroxismo de la realidad los sueños más lisérgicos de Marshall McLuhan - lo cual se le tendrá que agradecer en las próximas décadas, cuando su recuerdo sea eso, un recuerdo, y no la noticia de la muerte de una pop-star de la tecnología - también ayudaron a configurar al homo sapiens más protético de todos.

Bien utilizados, los juguetes tecnológicos de Steve Jobs constituyen el grado sumo de la inteligencia humana en cuanto a su creatividad, habilidad para superar sus propios límites e inagotable deseo de ir más allá. Mal utilizados hacen que el hombre se desconecte de su propio ser, porque no es ni siente nada si no es en función a esos aparatos y el día que los pierden, se sienten solos, se desesperan, aúllan de dolor y sufren. No ante el hecho de no poder comunicarse con los otros, sino ante una realidad aun más insoportable, aun más oscura y psicoanalíticamente patética: el tener que comunicarse y convivir consigo mismos.

Es lógico que el mundo de la tecnología (tanto los expertos desarrolladores de adelantos como la gran masa irreflexiva de usuarios) y desde el mundo de la intelectualidad sintamos la muerte de Steve Jobs, a causa del cáncer. Sin duda se trataba de un genio que ya pasó a la historia por la enorme revolución que ocasionaron sus visionarios objetos a la tecnología de la comunicación. Pero me pregunto al mismo tiempo si era consciente de que sus inventos, esas prótesis de las cuales hoy prácticamente dependen muchas personas para ser, para sentir que son, iban creando lenta e imperceptiblemente al ser humano actual, inútil para ensimismarse, inútil para sensibilizarse, incapaz de no evitar caer en la tentación de digitalizar absolutamente todo, cuando hay cosas que no se pueden y no se deben digitalizar. Hasta los genios cometen grandes errores en nombre del negocio. Que en paz descanse Mr. Steve Jobs, a quien rindo homenaje desde este pequeño blog que tampoco existiría sin la Computación y la Internet, esas dos maravillas que él ayudó a desarrollar y consolidar.


El caricaturista peruano Carlos Tovar "Carlín" escribió esto hoy en su Facebook y me parece bueno difundirlo en este pequeño blog, que no existiría de no ser por la computación y la Internet, dos de las cosas que el genio de Steve Jobs ayudó a desarrollar y consolidar. Se los dejo:

Dífícil aquilatar la enorme figura de Jobs desde tan cerca como estamos ahora. Tal vez está subvalorado, porque la noticia es “murió Steve Jobs, el fundador de Apple”. Eso se queda corto. Fue el mayor visionario y, con Bill Gates (que pirateó el MacOs para crear el Windows) los mayores impulsores de la revolución tecnológica actual (la computadora personal se la debemos a ellos, y la internet se debe a la computadora personal). Que la tecnología, que debería servir para liberar al hombre, en manos del capital se convierta en instrumento de esclavización, eso no es culpa de los que crean la tecnología. Lo que nos falta hacer es, precisamente, la jornada de 4 horas, para apropiarnos del beneficio de la tecnología, que hoy nos es escamoteado impunemente por el Capital.

martes, 4 de octubre de 2011

¿PERÚ-PARAGUAY? ¿EN QUÉ QUEDAMOS?


Tras el tercer lugar en la Copa América, muchas personas sumamente críticas concedimos en el hecho que, gracias a la manija y la seriedad de Sergio Markarián podíamos hablar de una posibilidad, remota por supuesto, de que la selección peruana pudiera marcar la diferencia en las próximas eliminatorias mundialistas y sin abandonar los reparos que exige la realidad, miramos sin tanta acrimonia la cercanía del Perú-Paraguay de este viernes 7 de octubre.

Pero la realidad es siempre más fuerte. Siempre. Dos hechos (uno ligero y el otro muy grave) dan muestra de que el futbol peruano sigue siendo mediocre: primero, en un partido amistoso, Claudio Pizarro demuestra plenamente que sigue siendo inservible en la selección y la prensa, tetuda y argollera como siempre, le bate palmas porque hace gol de penal y hace crónicas entre lo barroco y lo huachafo acerca de sus inigualables "hat-tricks" en la Bundesliga. Después, dos semanas antes del inicio de las eliminatorias, un joven de 24 años es arrojado al vacío desde un palco del Estadio Monumental al final de u infame clásico entre Universitario y Alianza Lima. Lloran todas las pantallas de televisión con sendos reportajes con la inevitables musiquita melodramática y por unos días parece que efectivamente, la sociedad se ha sensibilizado. Cunden las manifestaciones de rechazo, el pueblo pide justicia, los dirigentes intercambian camisetas, los artistas componen una canción de homenaje.

Las autoridades políticas de este país anuncian la suspensión del futbol por un fin de semana y elaboran un protocolo de seguridad que, de no ser cumplido, obligará a los clubes de "julbo profesional" a jugar partidos sin público (es decir, sin taquilla). Y de repente, en medio de las entrevistas lloronas a los padres de Walter Oyarce anuncian la venta de 40 mil entradas para el Perú-Paraguay. ¿En qué quedamos? ¿no estaba el Perú de luto? ¿no era que habíamos llegado a la conclusión - dolorosa para algunos, increíble para otros, amenazante para la mayoría de interesados - de que el gran negocio del futbol había convertido a los estadios en recintos de violencia, que la prensa deportiva (o futbolera) se había acostumbrado al lenguaje bélico y azuzador, que los clubes eran un esperpento de corrupción, que los palcos son bunkers en donde se protegen los energúmenos con plata que hoy se arrejuntan con los lumpenes de construcción civil?

De golpe todo vuelve a ser como antes y la sociedad peruana se explaya en su enfermedad insolidaria: Movistar hace un comercial en el que una voz estúpida menciona elementos "positivos" de esa cultura del futbol que en este país es solo saludo de bandera y pretexto para las peores borracheras que potencialmente pueden terminar, todas, en accidentes de tránsito o asesinatos de toda clase. El público hace colas que compiten con las de Mistura y anuncian reventa por redes sociales y ponen en marcha nuevamente la maquinaria irracional del futbol como instrumento de "integración" mientras aun no se termina de decidir si el Monumental seguirá operando con esa paparruchada legal llamada "permiso por horas". Acampan en las afueras del Centro Cívico y se preparan para ver la transmisión del partido en cadena nacional. Y al cuerno el luto nacional y la familia Oyarce y las cadenitas solidarias por Facebook. "La selección está de vuelta... ¿estás tú?" pregunta el locutor de Movistar.

La masa, desde la que compra entradas en tribunas populares y llega en micro al estadio y hasta la que tiene palco - con sus botellones de whiskey amontonados desde hace semanas atrás - y llegan en camionetones, no comprende que lo mejor hubiera sido que las federaciones nacionales de Perú y Paraguay, instituciones que representan a países, a intereses comunes, hubieran dado un gran paso hacia una verdadera concientización jugando a puerta cerrada y que todos los que se enriquecen (medios de comunicación, empresas de publicidad, anunciantes y por supuesto, los mismos dirigentes de esas federaciones) sientan la pegada de perder sus inversiones en aras de una solución real a la extrema violencia generada por el futbol en el Perú. Nadie aprende nada. Nadie quiere sentir la responsabilidad y anteponen su derecho a "divertirse", a "alentar a la selección de todos" a una verdadera campaña que busque ajustar las tuercas de una maquinaria que solo produce frustración y tristeza. Ojalá gane Paraguay, aunque según como veo las cosas, con esta masiva demostración de insensibilidad el Perú, así gane ese partido, ya perdió. Por enésima vez.

lunes, 3 de octubre de 2011

FUTBOL PERUANO: NUESTRA SOCIEDAD ESTÁ ENFERMA


La más reciente tragedia ocurrida en el Estadio Monumental debería crear el consenso de que el futbol peruano, esa versión mediocre y patética del futbol profesional que aun admiramos, debería ser tomado en su conjunto como un microcosmos de la profunda enfermedad que sufre nuestro entramado social y por lo tanto, una primera medida para encontrar las aparentemente ansiadas soluciones sería comenzar a erradicar esta actividad que tiene cada vez menos de deportiva y más de delincuencial, una característica transversal a todos los actores directos que usufructúan el engañoso concepto de "pasión" con el que se dejan llevar por las narices sus defensores de a pie, los ciudadanos que salen a validar las opiniones interesadas de quienes no desean perder nada de esa gran despensa económica, la cual pretenden dejar abierta y funcionando a toda costa, por encima del dolor y del crimen.

Pero cuando vemos a dirigentes enquistados en la maquinaria corrupta del campeonato local, capaces de promover el uso de estadios sin licencia de funcionamiento, de contribuir al establecimiento y predominio en las estructuras jerárquicas de las "barras" a personajes lumpenescos ligados a las mafias de extorsionadores y delincuentes comprobados y que justifican la cultura discriminatoria y encubridora de los palcos, estos espacios "privados" dentro de recintos públicos que terminan blindados por sus dueños, que tienen carta blanca para ingresar drogas, armas, etc., sin represión policial y que además son ocupados por estos nuevos energúmenos "tatuados de Asia" como bien los describe César Hildebrandt, que se pasean impunes por la ciudad en camionetas de último modelo (seguramente atropellando, tocando el claxon y metiéndole el carro a todo el mundo), gastan 80 mil soles mensuales en tarjetas de crédito, cuando se ponen de mal humor lanzan a un "rival" al vacío y después se van a reflexionar a Miami, mientras coordina con su cómplice vía Blackberry, a quien seguramente "cholea" a su antojo, sobre cómo librarse de este problema, realmente me pregunto si estos señores del futbol piensan con sinceridad en encontrarle solución a todo esto.

Nuestra sociedad está sumamente enferma y lo ocurrido en el Monumental es efectivamente, solo una muestra más de eso. Pero eso no debe ser usado como atenuante para evitar que la justicia empiece a actuar por aquí. Ver a Magaly Medina - una de las vendedoras de basura y de violencia familiar que más éxito a conseguido con la extraña adicción a lo vulgar que afecta a la humanidad moderna y en grado sumo a la peruana - pontificar sobre periodismo y que pretende erigirse como defensora de esa sociedad que ella ayuda a embrutecer para ganar dinero es patético a todas luces. Asistir a las mesas redondas entre periodistas deportivos que escriben titulares violentistas y que han sabido celebrar la reaparición en el gramado de personajes como Mario "Machito" Gómez (solo por poner un ejemplo) es de una profunda hipocresía. Cuestionan la decisión gubernamental de poner condiciones para el reingreso de público y acusan de "matar al futbol" a quienes pugnamos por su desaparición en aras de la higiene y su futura reorganización para devolverle el carácter deportivo y familiar que evidentemente ha perdido. Los discursos y análisis sociológicos acerca de la violencia en el futbol se pierden en la nebulosa mientras las hordas de asaltantes, carteristas y asesinos planifican en secreto, seguramente, la venganza que corresponde a su enfermizo concepto de honor, virilidad y amor por la camiseta.

Bastante hemos visto y oído en la última semana con respecto a la actitud de la policía en este caso, que involucra una víctima proveniente de un estrato social elevado. La rapidez en la captura de los asesinos de Walter Oyarce contrasta con los miles de casos anónimos que nunca consiguen justicia. Es otra de las pruebas de la enfermedad que nos aqueja como colectivo social. Sin embargo también es aleccionador que este par de anormales (David Sánchez-Manrique alias "El Loco David" y José Luis Roque Alejos alias "El Cholo Payet"), pruebas vivientes de que ser lumpen ya no depende solo de no tener qué comer ya estén en Piedras Gordas. ¿Dónde se ha visto que un acusado de asesinato tenga una Oficina de Imagen y Prensa que emita comunicados familiares pagados para aparecer en la prensa y abogados que hablen en cámaras de lo admirable de su actitud al regresar, tras su reflexión espiritual en Miami? Es otra muestra de lo enferma que está nuestra sociedad. Ya ni siquiera sirve llamarlos "malditos", "dementes", pues ellos mismos se denominan así. Sienten orgullo de eso.




Y la última manifestación de esta enfermedad social es el reduccionismo que amenaza la búsqueda de soluciones. Es un comportamiento común en muchas personas que, tras cometer un error, buscan solucionarlo lo más rápido posible para dar señales de que "ya aprendió" o para que no se note lo que hizo. Eso puede funcionar en asuntos domésticos, de menor consecuencia. Pero es impensable en casos de esta dimensión, en los que mueren personas. Eso no se puede arreglar a la semana. Si se me cae un jarrón y lo rompo en mil pedazos, cojo una escoba y barro, ya está. Puede que tener más cuidado a la próxima sea suficiente para no romper otro jarrón. Pero pensar que organizar a la carrera un clásico con camisetas cambiadas porque lo vieron en Internet sin pasar un tiempo de suspensión en el cual todos (ya que todos dicen ser responsables) pierdan algo es absurdo y de alguna manera, cómplice.

La idea surgió de un hecho ocurrido en Uruguay hace dos años si no me equivoco: durante un partido de baloncesto murieron dos personas. La Federación Uruguaya de Basketball suspendió durante un mes completo todos los campeonatos, de todas las categorías, en todo el país. Recién después de un mes de suspensión los partidos se organizaron de manera tal que todos los equipos programados jugaron vistiendo la casaquilla de su rival. Acá ya salieron los presidentes de Alianza Lima y Universitario de Deportes (ambos cuestionados por sus mismos clubes por asuntos de corrupción) a intercambiar camisetas, lo mismo que ex jugadores emblemáticos de tiempos idos. Pero de la suspensión nadie habla. Es difícil pensar en un verdadero compromiso cuando se quiere aplicar este facilismo inútil.