viernes, 2 de septiembre de 2011

LA DESAPARICIÓN DE CIRO CASTILLO


Vivimos una época en la que la sensibilidad y el respeto por el dolor ajeno son considerados síntomas de debilidad. Una época en la que están absolutamente perdidas las nociones de moderación, sentido común y capacidad de discernimiento entre lo que debe ser tomado con seriedad y lo que debe ser ignorado por su incoherencia o su desfachatez. Una época en la que ser vulgar y degradante sirve para hacerse famoso en la televisión y en la que se cree defender el "estado de derecho" encontrándole razones a las causas más absurdas, aquellas que en otra época hubiesen generado el rechazo unánime, la condena sin ambages, el insobornable repudio.

Por eso vemos cómo aparecen, desde algunos medios de prensa, defensores de la señorita Rosario Ponce, que sonríe y se toma fotos junto a su familia completa, casi como si se hubieran ido de paseo, en los caminos montañosos del corazón de Arequipa en los cuales desapareció hace ya casi medio año, su pareja Ciro Castillo. Recogen sus "dudas" acerca del trabajo de los rescatistas mexicanos conocidos como "Los Topos" y se atreven a poner en entredicho sus investigaciones. Aparecen en las pantallas de sintonizados programas dominicales solicitando a la población que "respete y no ataque a una mujer traumatizada" y que si bien es cierto es comprensible la antipatía, no lo son en modo alguno reacciones que consideran inaceptables productos de intolerancia, exageración y veinte cosas más. Curioso que este supuesto llamado a la mesura lo realicen conocidos "líderes de opinión" acostumbrados al cargamontón mediático cuando se trata de demoler a personajes incómodos para sus jefes.

El rechazo, muchas veces violento, de grandes sectores de la población hacia Rosario Ponce nace de esa indignación provocada por el cinismo que demuestra en cada una de sus intervenciones, actitudes y declaraciones que combinan soberbia con locura: "Mi pecado es haber sobrevivido a la montaña, porque yo sí tuve la fuerza para sobrevivir a la montaña, soy una mujer peruana trabajadora y estoy orgullosa de lo que he hecho", declaró frente a un absorto Nicolás Lúcar, uno de los pocos periodistas que mantiene la postura cuestionadora cuando otros se han unido al blindaje conformado por sus familiares, abogados, policías y demás funcionarios, como si todo eso no fuera suficiente para ponerse a sospechar. En esas palabras, Rosario insinuó ligeramente que la desaparición de Ciro era una demostración de cobardía o debilidad y esa incoherencia ahora la complementa con lo que acaba de declarar en las últimas horas, para nuestra sorpresa: que Ciro se escapó cuando la vio sangrar y la abandonó. Es decir, la principal sospechosa de la desaparición y muerte del joven Castillo Rojo se convierte en una víctima de la prensa que está en su contra por haber sobrevivido.

Durante la entrevista que dieron los Topos de México a Beto Ortiz ayer por la mañana, se columbra la posibilidad de llegar a conocer la verdad de este terrible caso que mantiene en vilo al país entero desde hace tanto tiempo. La valerosa e incansable búsqueda del padre de Ciro podría recibir finalmente el consuelo de hallar los restos de su hijo para darle cristiana sepultura y seguir adelante junto a su familia, tan golpeada por estas circunstancias de extremada angustia y dolor. Y ese consuelo, al parecer, no llegará de parte de la policía ni del gobierno peruano, sino de un par de personas extranjeras, expertas en supervivencia y rescates de gran dificultad, que vienen realizando un trabajo diligente y profesional que no se limita a subir y bajar de los cerros arequipeños sino que encuentra evidencias irrefutables que están desbaratando las contradicciones y los absurdos giros que Rosario intenta imponer desde su papel de persona traumatizada por la experiencia que atravesó luego de perderse. Si todo lo que los Topos de México se confirmara al 100%, esa historia quedaría al descubierto como una inmensa mentira, una maquiavélica sobreactuación que busca proteger a los involucrados en este caso.

La sociedad en su conjunto apoya a los padres de Ciro Castillo y en los comentarios de la gente común puede uno detectar el verdadero sentir hacia Rosario Ponce y esa mueca fría que exhiba cada vez que se presenta ante la prensa. Como decía al principio, vivimos en una época de tan poca calidad que, más allá de cómo vaya a terminar esta historia, no sería raro que dentro de poco veamos a Rosario bailando en El Gran Show, escribiendo poesía barata o firmando contrato con la impresentable Michelle Alexander para hacer una miniserie en Canal 4. Porque en paralelo a las enormes cantidades de personas que sí se indignan frente a este caso, hay también legiones de gente incapaz de tomarse las cosas en serio, ni siquiera las de este nivel de gravedad.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿En qué país vives?
¿Eres un borrego de los medios?
Rosario ha sido linchada mediáticamente, ¿y tu te asombras de los que salen en su defensa?
¿Crees que la sociedad "en su conjunto" piensa igual que tú?

Anónimo dijo...

Rosario ha sido linchada pero aún esta con vida mientras que Ciro parece que ya no esta en este mundo...
Podemos hacer lo que sea mientras estemos vivos, pero al morir no podemos hacer nada...