miércoles, 14 de septiembre de 2011

EL FENÓMENO MISTURA


La Feria Gastronómica Mistura ya es, de lejos, el evento masivo más esperado del Perú. Si en los 80s las familias aguardaban con expectativa qué de nuevo traería la desaparecida Feria del Hogar (hoy convertida en tierra chilena, comercialmente hablando), en la actualidad el país entero se moviliza para poder tener acceso a este importante evento que trasciende lo gastronómico para erigirse como espacio integrador de todas las expresiones de peruanidad.

Desde los señorones encopetados que van a los restaurantes de cinco tenedores hasta las familias que distribuyen a sus miembros en las colas para comprar entradas que luego buscarán revender en la puerta a los más desesperados. Desde los limeñísimos picarones hasta los extraños nombres y llamativos colores de las frutas amazónicas. Todos respirando la misma humareda producida por las riquísimas comidas que tenemos el orgullo de reconocer y sentir como nuestras.

Definitivamente el Parque de la Exposición ya no se da abasto para contener las multitudes que día a día luchas por ingresar y desplazarse entre los puestos que ofrecen esa diversidad que hoy deja boquiabiertos a los paladares más sofisticados del mundo. Me imaginaba una toma aérea al mediodía del martes y pensaba que se vería como Woodstock (el de 1969 por supuesto). El tráfico, habitualmente caótico en esa zona de Lima, colapsado. Los estacionamientos repletos y con interminables hileras de automóviles en espera. Las calles atiborradas de gente que camina en una sola dirección. Y adentro del recinto las cosas no mejoran: colas que parecen no acabarse, tropiezos, encuentros casuales con amigos que uno no ve hace tiempo, cruces con personalidades (algunas de verdad y otras de la miasma farandulera del post anterior).

Ninguna de estas incomodidades, propias del desarrollo de una feria por cierto, es suficiente para reducir el entusiasmo que producen los olores, los nombres, las opciones. Es verdad que la congestión impide tener una idea concreta de qué se va a comer (puesto que finalmente uno termina por comer lo que alcanza o lo que queda) pero eso también tiene su lado aventurero: por descarte o porque la cola es menos desesperante, el visitante puede decidir probar algo que no tenía pensado, algo desconocido y descubrir algo nuevo y por supuesto, delicioso.

Porque ese es el común denominador en Mistura 2011. No importa qué termine uno comiendo, siempre será una experiencia satisfactoria al gusto. Puede que la locomoción sea por momentos imposible y que no haya dónde sentarse o que no se pueda caminar sin recibir unos cuantos pisotones o empujones o que la espera pueda ser intolerable en otros casos, aquí siempre valdrá la pena.

Gastón Acurio es el factotum de Mistura. Hoy se habla de Apega (Asociación Peruana de Gastronomía, que él preside) pero en realidad este inmenso movimiento social que involucra, como nunca, a todos los actores de un proceso productivo y comercial que antes de su ingreso a la militancia gastronómica solo favorecía a los eslabones más altos de la cadena (intermediarios, dueños de restaurantes, grandes empresarios, etc.) nace de la mentalidad siempre positiva e integradora de nuestro chef de bandera. Acurio, reconocido por su don de gentes cuando se trata de manejo de personal y por su permanente campaña de recuperación de la dignidad de cocineros populares y productores agropecuarios del interior del país, ha llevado de la mano a Mistura hasta el éxito masivo que tiene hoy y su estilo se deja sentir a cada bocado. Este éxito combina la pertenencia a una élite económica superior al promedio con la sencillez y la admiración de quienes lo ven como un modelo a seguir, un ejemplo. Algo de lo que la mayoría de empresarios de este país no pueden presumir.

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