lunes, 5 de septiembre de 2011

DIOS SALVE A FREDDIE


Gracias a la Internet, iniciar un artículo acerca de Freddie Mercury diciendo que nació en Zanzíbar y que su verdadero nombre era Farrokh Bulsara ya no sorprende a nadie. Y decir que fue vocalista, pianista y compositor de Queen es casi un lugar común. Lo que nunca deja de sorprender es la música que dejó: la variedad de estilos, el desafío instrumental, la potencia de su voz, los decibeles de sus temas rockeros, el lirismo de sus baladas y la calidad de todo lo que hizo en medio. Su presencia escénica fue el combustible que impulsó al grupo hasta las más grandes alturas de la escena musical mundial, desde que se uniera a Brian May (guitarra) y Roger Taylor (batería) en 1971. A pesar de ser ambos excelentes compositores e instrumentistas, su banda Smile no había atraído mucho la atención a fines de los 60s. Algo les faltaba. Y ese algo llegó con la fuerza de un huracán que ni siquiera ellos mismos esperaban.

Cuando el círculo se completó con la llegada de John Deacon, Freddie se apoderó de la banda y le inyectó el carisma y la pasión que les hacía falta. El contraste siempre fue notorio: May, Taylor y Deacon hacían un fondo musical extremadamente complejo y explosivo pero esa circunspección británica que demostraban en el escenario (también extrema) era totalmente opuesta a la extravagancia, la extroversión y el despliegue de energía de Mercury, que bastaron para imponer la imagen de Queen en los competitivos años setenta.

Freddie Mercury fue el mejor vocalista de rock de todos los tiempos, poseedor de un rango vocal que alcanzaba cuatro octavas y media. Y si a eso le sumamos un arriesgado sentido de la innovación al escribir música, una capacidad compositiva que iba de los arreglos para piano y coros vocales propios de la música clásica (Nevermore, Love of my life, The prophet's song), a electrizantes temas rockeros (Let me entertain you, Don't stop me now o sofisticadas piezas con influencia del jazz y del vaudeville (Melancholy blues, Bring back that Leroy Brown, Lazing on a sunday afternoon) y la arrasadora presencia escénica que desplegó desde las épocas del pelo largo y los trajes espaciales hasta el famoso bigote y casaca amarilla de mediados de los 80s, no hay duda de su estatus como figura icónica del rock and roll, una de las más influyentes y admiradas de todos los tiempos.

Perfeccionista y adicto al trabajo, Mercury se ganó un lugar en el parnaso de los ídolos del rock con Bohemian rhapsody (que apareció en el cuarto álbum de la banda titulado A night at the opera (1975), todo un hecho aparte en su agitada y prolífica carrera. Aun hoy, después de haberla escuchado millones de veces, me resulta difícil determinar cuál es el género que prima en esta aventura sonora de seis minutos y medio de duración. Y no importa cuántas veces uno la escuche, siempre le encuentra algo nuevo. Es uno de esos extraños casos en los cuales la obra más conocida de un artista es a la vez, la mejor que hizo. Sin duda alguna, la magia del sonido de Queen fue mérito de sus cuatro miembros pero era incuestionable que Mercury poseía el poder de hacerla real.

Su trágica muerte en 1991, a causa del SIDA - entonces una enfermedad relativamente nueva y misteriosa - enlutó al mundo de la música y elevó el ya ganada prestigio de Queen a niveles estratosféricos. Quizás se trate del primer rockero que rompió los prejuicios relacionados al carácter varonil que tenía el rock en aquel entonces. Algo que otros famosos como David Bowie, Rob Halford o Elton John le agradecerán por siempre. Pero ante todo, Freddie Mercury era básicamente un excelente músico y un gran entretenedor, siempre dispuesto a dar todo por su público. ¿Qué estaría haciendo a los 65 años de seguir entre nosotros? Difícil de imaginar cuando uno piensa que en un mismo período (1985-1988) fue capaz de componer y grabar canciones tan disímiles como Living on my own (para su álbum solista Mr. Bad Guy) y Ensueño (del alucinante disco Barcelona que grabara con su amiga, la soprano española Monserrat Caballe, en 1988). Que Dios salve a la reina Freddie Mercury.



The march of the black queen, compuesta por Mercury en 1973 para el segundo álbum de Queen, titulado Queen II.


El video oficial de Bohemian rhapsody, 1975, una de las canciones más escuchadas y versionadas de la historia.


En My melancholy blues, del álbum News of the world (1977), Mercury sorprende con esta balada jazz.


Queen en Live Aid 1985, el día en que se metieron al mundo al bolsillo.


El último video del cantante en 1991.

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