miércoles, 31 de marzo de 2010

FRANZ FERDINAND Y LA INDUSTRIA DISCOGRÁFICA ACTUAL


"En un mundo como el de hoy, que cambia rápidamente, los grupos de rock aparecen cada quince minutos, utilizando algunos recursos promocionales nuevos. Algunos de estos recursos han sido conocidos por dejar heridas irreparables en las mentes de sus tontos y jóvenes consumidores". Este texto lo escribió Frank Zappa hace 33 años como introducción a su suite Punky's whips, tema en el que ridiculiza la fama efímera conseguida por una banda glam llamada Angel, gracias a la imagen andrógina de su guitarrista, Punky Meadows, capaz de volver "locos de deseo" a quienes vieran sus fotografías, tal como le ocurre, en el contexto de la parodia desde luego, al baterista de Zappa de aquel entonces, el legendario Terry Bozzio.

La primera vez que escuché ese tema pensé que Angel era una banda ficticia, salida de la mente del genial compositor y guitarrista norteamericano pero resulta que no. Angel, uno de esos grupos de rock que aparecían cada quince minutos a finales de los 70s, mantuvo su carrera durante cinco o seis años a pesar de ser criticado por su sonido - una especie de imitación nada disimulada de grupos más grandes como Kiss o Aerosmith - y por su imagen exageradamente glam, que le restó seriedad frente a la crítica especializada, aunque llegó a cautivar a un pequeño público. A pesar de ese respaldo, Angel nunca pasó de ser una banda pasajera y su rastro se perdió en el tiempo. Hoy, Punky Meadows tiene 60 años y se retiró digna pero silenciosamente del mundo de la música hace mucho tiempo.

En los 70s las bandas respetadas eran aquellas que mostraban una integridad, que se manifestaba tanto en la calidad musical de sus producciones como en la coherencia y credibilidad de su imagen. Las que no conseguían ese efecto se quedaban atrás, pues era evidente que provenían de una intención que buscaba capitalizar una moda, una tendencia. La sobreactuación o la estandarización no eran bien vistas en el music business de lo que hoy se conoce como rock clásico. Había mucho de elitismo y arrogancia, pero también mucho control de calidad y mayores filtros impuestos por un público conocedor, con la sensibilidad necesaria para no aceptar todo lo que se ponía frente a ellos, sin importar "los nuevos recursos promocionales" que utilizaran.

Hoy todo eso ha desaparecido y las bandas "que aparecen cada quince minutos" se imponen como las máximas expresiones del ecléctico y siempre cambiante rock and roll y reciben aprobación mundial, hasta el punto de que algunas de ellas han sido catalogadas como clásicos modernos, inclusive por la crítica especializada de sus respectivos momentos. Ocurrió con Oasis y The Stone Roses, ocurrió con The Strokes y Coldplay y ahora, ocurre con The Killers y Franz Ferdinand, ambas aparecidas en la segunda mitad de la primera década del siglo 21.

Jóvenes, alegrones y lánguidos, los integrantes de estas bandas con dos o tres álbumes en su haber ahora llenan estadios, venden millones de discos y son adorados por dondequiera que van. ¿El motivo? han llevado hasta el extremo las posibilidades de su imagen indie, ese término tan de moda hoy en día. "Ser indie" o pretender serlo es, en el caso de los últimos grupos mencionados, el nuevo recurso promocional que utilizan las grandes corporaciones que los manejan para enloquecer a la masa de jóvenes consumidores que actualmente, con menores capacidades de ejercer un serio control de calidad, elevan hasta la estratósfera expresiones musicales que sin llegar a ser malas, pues tampoco poseen atributos suficientes para ser catalogadas como extraordinarias.

¿Será Alex Kapranos, vocalista y guitarrista de Franz Ferdinand, el Punky Meadows de nuestros tiempos? Eso es difícil de decir pero es probable que muchos de sus fans estén más fascinados por su imagen despreocupada y por el rictus de impavidez que comparte con sus compañeros de grupo que por su propuesta musical. En una de las inflamadas crónicas del concierto que los escoceses dieron en Lima la noche del miércoles 30 de marzo se asegura que fue "el mejor concierto de rock en lo que va del año" y algunos fans que gozaron con la música ligera del cuarteto, combinación de rasgueos disco (no funky) con actitudes post-punk y un fuertísimo acento británico inclusive se animan a decir que fue más grande que el de Roger Waters o el de Kiss, por citar dos ejemplos.

Sé que es cuestión de gustos pero en este caso quizás esté primando más el corazón de fanático que la apreciación desapasionada. Es difícil hablar de arte sin apasionamiento pero no está mal decir que el concierto de Franz Ferdinand fue bueno y seguramente posee sus propios valores pero de allí a ponerlo por encima de otros espectáculos que tuvieron mayor resonancia hay mucho trecho. Es valioso por ejemplo que hayan venido a tocar a Lima en plena vigencia, mostrarse amables y sencillos con su público y conectarse con sus seguidores todo el tiempo pero también es verdad que su éxito descomunal a nivel comercial es la prueba de que los cambios sufridos por la industria discográfica - y por el público consumidor - hacen que bandas de mediana proyección terminen convirtiéndose en fenómenos más rápido de lo que seguramente ellos mismos imaginaron.

Nota: el grupo tiene actualmente tres discos: Franz Ferdinand (2004), You could have it so much better (2005) y Tonight: Franz Ferdinand (2009). El Archiduque de Austria Franz Ferdinand es un personaje histórico importante pues su asesinato en Sarajevo provocó una cadena de acontecimientos que determinaron el inicio de la Primera Guerra Mundial.




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