domingo, 27 de diciembre de 2009

THE MUPPETS MEETS QUEEN

Cuando me lo mostraron hace una semana no pude parar de reírme... solo los Muppets podían hacer un cover de Bohemian Rhapsody que no sonara sobreactuado o mal hecho... incluso la alteración de la letra y de la intención, esencialmente oscura de este clásico de Queen, convierten al drama homicida e infernal compuesto por Freddie Mercury en una broma blanca de intensidad rockera, apta para público de cualquier edad... que la disfruten...


viernes, 25 de diciembre de 2009

CHRISTMAS FOR DUMMIES


La experiencia de la Navidad cuando uno ya ha pasado los treintas es diversa, posee aristas que van desde las históricas (que incluyen largas reflexiones acerca de los verdaderos significados, fechas y correlaciones con otros credos, tradiciones ancestrales y festividades aparentemente ajenas a nuestra cultura judeo cristiana) hasta antropológicas, sobre todo en un país como el nuestro que ofrece tantas opciones y mescolanzas que pueden llegar a convertir la última semana de diciembre en un crisol de manifestaciones sociales y simbólicas que podrían dejar estupefacto hasta al más sesudo analista del comportamiento humano.


Desde luego, prefiero apegarme al aspecto emocional y espiritual de estos días festivos con el noble propósito de priorizar aspectos universales como la unión familiar, la buena voluntad hacia el prójimo, la inyección de ánimo positivo que toda la parafernalia relacionada a la Nochebuena me brinda y la capacidad de sentir y pensar que por lo menos en estos días, nada es tan malo como para borrarme la sonrisa del rostro cada vez que pronuncio el mantra navideño a cuantas personas me cruzo por la calle, desde el taxista que me lleva de un lado a otro de la ciudad hasta el cuarteto de malvivientes que haciendo caso omiso a cualquier noción de "espíritu navideño" decidió asaltar al buen samaritano que, inocentemente, esperaba en medio de una peligrosa callejuela populosa de Lima para entregar un pequeño pero significativo regalo a un buen amigo, ya anciano, que suele pasar las navidades a solas con su también anciana esposa.


Por eso, inserto en el ojo de la tormenta publicitaria que ha convencido al ciudadano común y corriente que no hay Navidad sin regalos, sin usar compulsivamente la(s) tarjeta(s) de crédito y que es más importante hablar de cuentas y números que de amistad y buen trato a los demás, me atrevo a decir que, aunque no soy bueno para poner la otra mejilla (como lo haría cualquier buen cristiano) las fiestas navideñas aun ejercen en mi esa ilusión y alegría casi infantiles, capaces de hacer a un lado cualquier tipo de desavenencia con tal de pasar un buen momento junto a las personas que más estimo, quiero y amo (ustedes saben quiénes son).


Lo que trato de decir es que prefiero entregarme plácido a la multiplicidad de símbolos entre paganos y extranjeros que dominan nuestra manera de celebrar la Navidad (la cena a la medianoche, el chocolate caliente, el árbol con copos de nieve alrededor, el pavo de acción de gracias, el Papá Noel abrigadísimo y ventrudo que cruza los aires de otras latitudes en un trineo jalado por renos, etc.) e inclusive, darme íntegro a la locura colectiva del comprar y cargar bolsas, envolver regalos, correr de un lado para el otro, lidiar con el tráfico, etc. a estudiar analíticamente el por qué aceptamos a pie juntillas desde hace 16 siglos que el 25 de diciembre es la fecha de nacimiento de Jesús cuando coincidentemente es la fecha de nacimiento de Buda, de Krishna, de Horus, de festividades druidas, celtas, persas y otros pueblos de la antigüedad. Puedo ocupar mi tiempo en esas realidades con toda libertad y amplitud entre enero y noviembre. En diciembre, soy feliz viviendo mi Christmas for Dummies, 100% convencido de que es más saludable y espiritual que cualquier otra cosa que pudiera ocurrírseme hacer.


Y esto, aunque no lo crean, tiene un trasfondo. Porque no se trata del escapismo que ofrece la idea de la Navidad como festividad contemporánea (sinónimo de feriados largos, booms comerciales y pretexto para reunirse con todo el mundo y efectuar impenitentes y privadas farras fiscales y alimenticias), es decir aquellas situaciones que realmente configuran la Christmas for Dummies, sino que a título personal, constituye la mejor oportunidad de hacer algo por alguien, de vivir la Navidad como fecha representativa y perfecta para ejercer la tolerancia, la solidaridad y de sentir que, aun aceptando todas esas prácticas cuestionables en las que todo el mundo cae sin poder evitarlo, uno puede vivir y experimentar la Navidad de manera más profunda, más cercana a lo que cada uno de los líderes espirituales que nacieron el 25 de diciembre a lo largo de la historia (salvando distancias desde luego) propusieron con sus vidas ejemplares.


Porque la Navidad, más allá de la superficialidad descrita, permite que uno se conecte con ese lado humano que los publicistas y los grandes almacenes solo utilizan como insumo para sus campañas de compre-ahora-y-pague-en-tres-meses, y esa es una postura que no percibo mucho en las enormes masas que en mayor o menor medida, viven su Christmas for Dummies desde la más absoluta abstracción de lo que es el mundo real.


Porque no basta con que una institución estatal organice chocolatadas con los excedentes de lo que robaron durante todo el año y encima lo hagan tan mal que terminen en tragedia porque a un funcionario se le ocurre la genial idea de lanzar los juguetes al aire, provocando aplastamiento de niños. Y tampoco basta que empresas que se dedican a ser socialmente irresponsables de enero a noviembre traten de purgar sus culpas en diciembre con actividades, regalitos o canastas. Sin aspectos como la solidaridad y la tolerancia (que incluye temas como la no discriminación, la horizontalidad, la meritocracia y la economía con rostro humano de Kliksberg o Porter) hasta la más enorme canasta navideña se convierte en un globo lleno de humo.


Feliz Navidad para todas las personas de buena voluntad que, más allá de creencias y opiniones que estas fechas puedan generar, se dan un tiempo para vivir y experimentar la celebración religiosa más practicada del mundo dando un poco de sí al prójimo, sin esperar nada a cambio.


Hasta la próxima...

sábado, 5 de diciembre de 2009

MICHEL PORTER EN EL PERÚ

Hola a todos... no soy muy partidario del copy-and-paste y solo lo utilizo cuando realmente vale la pena... y creo que este es el caso... la comunidad de blogs se ha convertido en caja de resonancia válida para difundir aquellas cosas que la prensa convencional oculta descaradamente, en su afán por mantenerse a flote en las cómodas aguas de la sobonería y la repetición de monsergas oficialistas... con las geniales ilustraciones de Álvaro Portales, me úno a la cadena de bloggers que viene haciendo eco de las verdades que el economista norteamericano Michael E. Porter, profesor de Harvard y experto en temas empresariales expresó en su reciente presentación en un evento dirigido a la gentita, en el cual más de uno debe haber salido chantándose el guante... la crónica es de César Hildebrandt y salió en La Primera... saludos...

"Estupefactos

El evento lo organizaron la Universidad del Pacífico e Interbank y concluyó el pasado lunes.

Se llamó “Seminario Internacional: Claves de una Estrategia Competitiva”.

Concurrieron todos los capitanes de empresa, los almirantes de las finanzas, los cabos sueltos del comercio y los funcionarios públicos con algo que decir en este país que administra Alan García.

La estrella indiscutida fue Michael Porter, considerado por un amplio sector de la prensa internacional como el más reconocido especialista en competitividad de las economías globalizadas.

El diario “Gestión”, por ejemplo, lo presentó así: “el gurú mundial sobre estrategia y competitividad”.

Porter, profesor fulgurante del Harvard Business School y autor de 16 libros, vino a ponerle nota al modelo Fujimori-Toledo-García.

Las llamadas “fuerzas vivas” fueron a escuchar a esta mente brillante, que ha asesorado a empresas como Dupont y Procter and Gamble y cuyo libro “The Competitive Advantage of Nations”, publicado en 1990, se convirtió en referente de todo análisis serio que se hiciera en torno a lo que puede hacer fuerte a un país en una economía sin fronteras aparentes como la actual.

¿Y qué le dijo al empresariado peruano Michael Porter?

Pues le dijo varias cosas (y acudo a la crónica que sobre esa noche memorable hiciera para “Gestión” Alfredo Prado):

La primera es que el Perú carece de una política de largo plazo en materia de competitividad.


La segunda es que la economía peruana no tiene un rumbo definido.

La tercera es que el crecimiento económico del Perú –hecho que la estadística confirma- no se ha reflejado en beneficio de la mayoría de la población.

La cuarta es que el Perú ha vivido estos años “una ilusión exportadora” porque las cifras en azul proceden del alza de las materias primas, mientras que nuestra exportación de productos con valor agregado permanece inmóvil.

La quinta es que el Perú padece de un atraso dramático en relación a la invención y la tecnología. “El Perú -apuntó- no sólo no ha avanzado en este rubro: parece haber retrocedido”.

La sexta es que la mayor parte de la inversión extranjera “no viene a crear nuevas empresas sino para comprar negocios ya existentes”. Y añadió, con espantosa exactitud, lo siguiente: “Cuando un inversionista piensa en una nueva fábrica no piensa en el Perú”.

La séptima es que, a largo plazo, las dificultades del Perú tendrán que ver con la baja productividad, la pésima educación, el deficiente sistema de salud, las debilidades en infraestructura física, la desigualdad social, la aplastante corrupción y el alto nivel de informalidad.

La octava es que los éxitos peruanos de los últimos años pueden irse al demonio sino limpiamos el sistema judicial, sino defendemos los derechos de propiedad y si no fumigamos y reordenamos la disuasiva burocracia creada para entorpecer.

¿Dijo algo más el señor Michael Porter?

Sí. Dijo también que el TLC con China tiene tal grado de asimetría que corremos el riesgo de quedarnos congelados como abastecedores de materias primas, que es como los chinos nos ven también en el futuro.

Dijo todo eso y a las pocas horas regresó a su cátedra de Administración de Negocios en Harvard.

Los empresarios peruanos quedaron estupefactos.

Esta vez la verdad no venía de un ideólogo adversario ni de un Premio Nobel que juega al caviaraje para lavar culpas. Venía de aquella lumbrera internacional que alguna vez escribió “Técnicas para analizar industrias y competidores”, un libro que ha sido 53 veces reeditado y que está traducido a 17 idiomas.

Estupefactos. Esa es la palabra. La farsa la había descubierto, sin dificultad, un especialista de los Estados Unidos.

¿Se atreverá la Caverna a refutarlo?

Por lo pronto, ha guardado un delicioso silencio.

Mercedes Aráoz, azafata de LAN Chile en sus sueños más dorados, no ha dicho una palabra. Los columnistas políglotas del borbonismo limeño se han callado en todos los idiomas que dominan.

No atinan a nada. Se están recuperando del sopapo.".