sábado, 18 de octubre de 2008

ESPÍRITU DE CUERPO ¿EXISTE ENTRE PERIODISTAS?


Ante las variopintas y opuestas posiciones que hemos podido apreciar en los últimos días con respecto al caso de Magaly Medina, podemos afirmar categóricamente que no. A primera vista esto podría considerarse como una característica saludable dentro de lo que la heterogeneidad de pensamientos - propiedad inherente a la democracia, a la independencia - permite, puesto que impide que se cierren filas ante casos en los que es necesario aceptar un error, una sentencia en contra y que se apañen comportamientos a todas luces nocivos, enfrentados a lo que debe considerarse un ejercicio profesional respetuoso de los límites, de las leyes y por encima de todo, de la vida en una sociedad donde reina la armonía, el respeto mutuo, las buenas intenciones...

Es bueno que ese "espíritu de cuerpo" no determine las opiniones de la comunidad periodística porque, también a primera vista, permite hacer un deslinde en el plano de la realidad y no de la retórica, con respecto a los congresistas que en virtud a ese "espíritu de cuerpo" son capaces de despojarse de sus supuestas convicciones ideológicas y sus dudosas morales inmutables para defender lo indefendible, para salirse con las suyas, en pos de que sus cálculos políticos y sus cálculos monetarios se concreten satisfactoriamente...

Hemos podido ver, leer y escuchar las opiniones de tirios y troyanos con respecto al caso del encarcelamiento de Magaly, caso que ha paralizado al Perú - que le ha generado, diría yo, una especie de parálisis combinada con lobotomización - que, salvo honrosas excepciones, ha sacado de las primeras planas a Rómulos, Valdezes, Lucianitas, Romulitos, Doctores, Regiones, y etc. de casos, mucho más trascendentes para el país (claro está, eso de "trascendentes" dentro del escenario virtual en el que se mueve el Perú, creyendo que puede insertarse al mundo moderno porque dos o tres personas hablan en términos macroeconómicos) y aunque el debate con respecto al precedente peligroso para el ejercicio de la actividad periodística es realmente interesante, creo que es menester dejar de lado un poco "la chachalaca" para establecer algunas cosas que, entre líneas, no logran distinguirse muy bien:



a) Las críticas más ácidas y los apoyos más virulentos con respecto a la condena de Magaly Medina provienen de periodistas muy respetados pero que en algún momento tuvieron problemas personales con la famosa "Urraca". César Hildebrandt (para muchos la consciencia moral del periodismo peruano) y Fernando Vivas (eterno crítico de TV) son dos de los representantes de esta "ala dura" que saluda a viva voz el encierro. Sus artículos y comentarios son una versión culta, bien escrita y estructurada del callejonero "bien hecho" que se escucha por ahí...

b) Los defensores públicos más acérrimos de la periodista de espectáculos "más poderosa" según el ranking ese de Perú Económico (corríjanme si me equivoco en el nombre de la publicación) harían que Magaly, al mejor estilo de alguno de los entrañables personajes del Chavo del Ocho, volteara y les dijera "mejor no me defiendan": Laura Bozzo, Nicolás Lúcar, y algunos (as) narradores de noticias de señal abierta. Unos porque carecen totalmente de credibilidad, otros porque no representan a nadie o porque son reconocidos por no ser tan inteligentes han asumido la bandera del "fuerza Magaly, el pueblo está contigo" que las masas enardecidas vienen enarbolando desde su detención...

c) En medio de eso está "el pueblo", palabrita que les encanta usar a los gobiernos. ¿Quiénes conforman "el pueblo"? La prensa oficial (esa que, como bien señala El Perro del Hortelano, osea Hildebrandt, suele confundir cándidamente información con opinión) dice "el pueblo ha salido a las calles a demostrar solidaridad y admiración" y pretenden decirnos que únicamente ese pueblo, televidentes de sectores C, D y E que en efecto, conforman una ancha base para los ratings de Magaly, son quienes rechazan la decisión - exagerada según mi opinión, que quizás amplíe en este o en otro post - de la Jueza. Pero ese sólo es un aspecto del asunto...

d) Hoy en Perú21 dan algunas cifras que me hacen pensar que hay un grupo de personas, no necesariamente de los sectores C, D y E, que están muy indignadas con la próxima cancelación del programa. El presupuesto del programa es de aproximadamente un millón de dólares al año y el segundo de publicidad cuesta 138 dólares, lo cual hace que un comercial de 30 segundos llegue a costar más de 4 mil dólares. Por otro lado, como dice Rosa María Palacios, el inmenso rating del cual goza su espacio televisivo no sólo se lo dan los sectores marginales de la sociedad, sino - y no en proporción minoritaria - los sectores A1, A y B a quienes dicen representar sus más severos cuestionadores.

Con esto, lo que aparece como una pluralidad de opiniones y una ausencia de "cierrafilas" en torno a lo que está pasando (unos lo consideran un grave atropello a la libertad de expresión, peligroso para el periodismo en general, otros lo ven como un escarmiento merecido y otros, como una cortina de humo elaborada con fines políticos como elemento de distracción) es más bien una paleta variada y muy colorida de opiniones generadas a partir de una postura 100% subjetiva frente a la situación (salvo, otra vez, honrosas excepciones que han tratado de poner las cosas en un contexto más centrada y menos apasionado), que dependería más de las simpatías y antipatías que Magaly se ha ganado en estos años de periodismo rosa ("tele-basura" como la llamaría, con razón telúrica y sabiduría ancestral, nuestro admirado Manuelcha Prado) que del análisis objetivo y pensado para orientar de la mejor manera a la opinión pública, a la cual sí se le debe permitir el desborde emocional (a favor o en contra) de la periodista, hoy en Santa Mónica.

Se trata al final de cuentas de una de las tantas manifestaciones de nuestra realidad: políticos corruptos, artistas mediocres, deportistas sinvergüenzas y poco profesionales, periodistas que basan su influencia y poder en la validación de los aspectos más bajos del comportamiento humano (porque sus incursiones en la vida privada terminan siendo tan negativas como las cosas que descubre a través de esas incursiones) y detrás de la masa distraída, siguen desapareciendo los ladrones, sin tomarse el trabajo de caminar en puntas de pie, con una tremenda sonrisa en los labios.

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