martes, 10 de junio de 2008

Q.E.P.D. DON JORGE

Hola a todos... hace unos meses la Cámara Peruana del Libro y la Municipalidad de Miraflores hicieron algo que en nuestro país es poco común: rindieron homenaje a un intelectual cuando aún la vida luchaba por no escapársele del pecho... anoche se le escapó... Don Jorge Salazar, uno de los periodistas peruanos más respetados y talentosos, falleció ayer por la noche... sus restos serán velados hasta el mediodía en la Iglesia Vírgen de Fátima de Miraflores. Salazar fue, sin duda, el mejor profesor que tuvimos en la Universidad San Martín de Porres: incisivo, culto, bien hablado, mejor escrito, una de esas viejas glorias de los tiempos en que ser periodista estaba a un paso de la élite literaria más exclusiva que, a un tiempo, no se permitía dejar de ser sencillo y profundo conocedor de la sabiduría popular, la verdadera, la genuina, la que hoy se ha perdido en medio de comerciales distorsiones vagas e ignorantes... Escritor, historiador, viajero, cronista, investigador, crítico, gastrónomo, experto en criminología, experto en futbol... Aquí un humilde tributo de mi parte, invitándolos a conocer más la obra de nuestro querido profesor... saludos...


http://quiero-hablar.blogspot.com/2007/12/gracias-don-jorge.html

http://www.larepublica.com.pe/index.php?option=com_content&task=view&id=225749&Itemid=0 (La República)

http://www.correoperu.com.pe/paginas_nota.php?nota_id=69792&seccion_nota=4 (Correo)

http://www.elcomercio.com.pe/ediciononline/HTML/2008-06-09/jorge-salazar-fallecio-68-anos-edad.html (El Comercio)

http://laoperadelosfantasmas.blogspot.com/2006/09/entrems.html (Jaime Bedoya)

Hasta la próxima...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aquellos que tuvimos la suficiente madurez y conciencia para entender el honor que significaba ser uno de sus alumnos, sólo podemos despedirlo con profunda tristeza. Con el Maestro Jorge Salazar se va una de las últimas grandes mentes de este alicaído país.

Un sencillo "hombre de mundo", que en sus pausados relatos y clases intensas, mostraba su clara esperanza de que la semilla cayera en buena tierra. Aunque en muchos casos de seguro tuvo que aceptar, calladamente, que cada vez había menos pupilos interesados en trascender las aulas y más simplones en pos de una nota aprobatoria.

Era un placer escucharlo dictando un curso que podría haber sido cualquiera, pero que se convertía en la cátedra soñada cuando la enriquecía con su saber ilimitado, sus anécdotas casi poéticas y esa pregunta que no respondía por nosotros en espera de que con ella naciera un nuevo investigador.

Tal vez no nacieron tantos como Usted se merecía profesor, pero algunos jamás olvidaremos que, a pesar de la mediocridad y la decadencia, no sólo del periodismo, sino de toda la clase profesional en el Perú, nunca habrá razones que justifiquen rendirse a ser parte de la masa sin razonamiento, sin criterio y sin pensamiento propio.

Extrañaremos sus historias y su genialidad para relatarlas, su aguda reflexión y su enorme capacidad que tanto admirabamos. Pero nos quedamos con su ejemplo, con el orgullo de haberlo conocido y con la certeza y la envidia (de la buena) de que, donde quiera que esté, habrá buena conversación, regalo de conocimiento y desborde de talento.

Yvette I Ubillus