sábado, 6 de octubre de 2007

VIOLIN


En los 80s, en las esquinas de barrios repletas de adolescentes, el término "violín" remitía inmediatamente al desafortunado miembro de la patota que, a falta de acompañante propia, terminaba al costado de alguna parejita que, por ciertas normas de educación y también algo de lástima, permitía esa pueril intromisión a costa de dejar para más tarde los arrumacos que tenían planeados.

Hoy, la "prensa chicha", siempre dispuesta a contribuir al desarrollo y evolución de nuestro idioma, le ha brindado una acepción nueva, más desagradable, como si se tratara de un signo de los tiempos. Hoy el "violín" es el violador, por eso en algunos titulares de los últimos días se podía leer esta palabra acompañando al apellido de nuestro ex-Presidente...

Toledo violador... qué fuerte no? al final de cuentas, con las declaraciones de la señorita Diana Arévalo el tema se va "aclarando"... No fue violación, fue un intento de... es lo mismo creo yo. No hay forma de solapar un asunto como este, si es que resulta totalmente cierto. Aun falta comprobar algunas cosas pero todo parece apuntar a que el hoy conocidísimo congresista Gustavo Espinoza (que dice "encubrido" en lugar de "encubierto") no estaba tan equivocado...

Toledo ya no es autoridad en el país, de modo que sus correrías no deberían tener el poder de detener las actividades políticas actuales. Asimismo, sus hábitos y costumbres que van en dirección totalmente opuesta esa imagen de líder internacional y estadista que mantiene, con charlas magistrales aquí y en el exterior, a pesar de que a muchos nos parezcan execrables, no son juzgadas en su real dimensión por una sociedad como la nuestra, que combina constantemente la hipocresía con una pretendida postura liberal y ultramoderna.

Si el escándalo de la fiestecita en casa de Pollack es verdadero y Toledo intentó forzar a una chica a tener contacto sexual de cualquier tipo, nada (aún cuando eso hubiera sucedido siendo Presidente de la República) debería eximirlo de sanción... Si el escándalo es verdadero, no debería dejarse de atender la censura a Alva Castro porque la denuncia puesta por un congresista por un hecho particular cometido por una persona que no ostenta ningún cargo público, por muy ex-Presidente que sea, puede seguir su cauce judicial sin interrumpir nada a su alrededor...

Que el APRA se haya aprovechado de la fragilidad de la opinión pública es lamentable, porque demuestra una absoluta ausencia de voluntad política, una cosa que dicen tener y reclaman siempre de sus opositores...

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